J.N.J, es un cazador murciano que lleva toda la vida practicando la menor. No fue hasta hace un par de años cuando se decidió a probar la caza mayor y desde entonces se ha vuelto un apasionado de las esperas de jabalí. En compañía de su pareja, pasa horas observando el monte, valorando animales y estudiando sus comportamientos y querencias.

En una de sus salidas encontraron unas pisadas realmente grandes, sabían que se trataba de un muy buen ejemplar. Estaban alrededor de una plantación de sandías, uno de los cultivos que más padecen las consecuencias de la superpoblación de jabalíes que enfrenta la región.

Sandías comidas por los jabalíes. © J.N.J

Precisamente por la excesiva población de jabalí y el daño que causan a la agricultura, y por ende a la economía local, Murcia fue declarada Comarca de Emergencia Cinegética por una orden de la Consejería de Medio Ambiente, tal y como se publicó en el Boletín Oficial (BORM) el año pasado.

La espera de su vida

El cazador sabía que, tarde o temprano, el animal se dejaría ver. No pasó una noche sin acercarse a la plantación, pero el suido no lo puso nada fácil.

Después de muchos intentos infructuosos, una noche en la que le acompañaba su pareja, la suerte cambió. Mientras escudriñaban cada rincón de los cultivos, los barrancos y montes cercanos, divisaron a lo lejos una silueta de tamaño descomunal. Sin quitarle ojo, controlaron minuciosamente cada paso y movimiento del animal. La intuición les decía que era el ejemplar que tantas semanas llevaban buscando y el corazón del cazador se aceleraba por momentos. El suido iba lento pero directo a la plantación donde ellos se encontraban.


Tres equipos perfectos para cazar jabalíes en espera


No habrían pasado ni cinco minutos cuando empezaron a escuchar gruñidos y las plantas quebrar. Lo tenían cerca y el viento de cara, la situación idónea para darle caza. Tendrían que ser rápidos y sigilosos, ya que se trataba de un ejemplar curtido en mil batallas que no daría una segunda oportunidad.

El espectacular jabalí recién abatido. © J.N.J

J.N.J encaró el rifle, respiró profundo y accionó el gatillo. Tras la detonación pudo comprobar que el monstruoso cochino yacía inerte. La adrenalina y los nervios se convirtieron en alegría y emoción y la pareja se fundió en un largo abrazo. Lo habían logrado.

La pareja junto al jabalí abatido © J.N.J

Cuando llegaron a cobrarlo se quedaron perplejos. Nunca habían abatido, ni siquiera visto, un ejemplar así. Y es que se encontraban ante un animal extraordinariamente grande. También lo eran sus colmillos, que una vez homologados dieron 117,15 puntos llevándose la medalla de oro.

© J.N.J

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