El cazador Manuel Samper Simón, natural de la localidad castellonense de Segorbe, abatió el pasado 14 de mayo en el paraje El Palomar, del coto social La Diana Segorbina, un espectacular corzo con un trofeo medalla de oro al que seguía la pista desde hacía varias temporadas, pero siempre se mostraba esquivo y no conseguía cazar. Por fin, este cazador ha conseguido abatir a este cérvido en un lance que ha narrado a la redacción de Jara y Sedal.
«No eran ni las 8 de la mañana cuando bajé del coche y me puse de camuflaje, me unté de repelente para los mosquitos que estaban a cientos y me puse camino al monte», comienza relatando el cazador a este medio.
«Fui mirando donde me iba a colocar para esperar el corzo y vi, a 30 metros, una sombra entre la leña… y comprobé que era un lomo de corzo. El corazón se me aceleró, lo metí en la cruz y lo seguí para ver si levantaba la cabeza y si era macho o hembra. Al pasar por una mata alta, lo perdí de vista y decidí esperar apuntando al otro lado del arbusto con la esperanza de que fuera un macho decente», sigue relatando el cazador.
Un disparo de rodillas
A los pocos minutos las fuerzas comenzaron a flaquear: «Empezó a temblarme el pulso; decidí continuar hacia atrás, por si se me había pasado, tiré al suelo la mochila y anduve sigilosamente en dirección al coche, hasta que le vi la cabeza comiendo y la paletilla delantera. Era él.», señala sobre ese instante de infarto.
De rodillas, el cazador apuntó y disparó, saliendo el animal corriendo hacia abajo: «Pensé que lo había fallado pero, de repente, lo vi venir hacia mí como si no hubiera un mañana, se metió en el monte y no pude meterlo de nuevo en el visor».
El pisteo del animal
El cazador decidió esperar 20 minutos, y tras ellos se metió en la maleza para buscarlo: «No vi ni rastro de sangre ni nada; batí la zona durante una hora, por lo que decidí hablar con el guarda para que me dejase ir a pistearlo con algún perro y finalmente, a unos tres metros del lugar en el que se metió al monte, lo encontré», recuerda el cazador castellonense.
Era su primer corzo macho: «Hacía varios años que este corzo me ladraba y me daba esquinazo, entrara como le entrara, pero por fin lo conseguí», explica. El taxidermista lo midió según la fórmula de medición del Safari Club Internacional y por la que ha obtenido la catalogación de medalla de oro.
La mejor historia de corzos de esta temporada conseguirá un monocular térmico valorado en más de 2.000 euros
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