En plena campiña cordobesa, un municipio ha desvelado una pieza clave en el complejo puzle de la leishmaniosis humana. Se trata de Castro del Río, donde un equipo de científicos ha identificado el papel determinante que juegan conejos y liebres silvestres en la propagación del parásito Leishmania infantum, responsable de esta enfermedad que afecta tanto a personas como a perros, y que cada año provoca miles de infecciones en España.

El hallazgo es fruto de una investigación liderada por el Grupo GISAZ de la Universidad de Córdoba, en colaboración con el Grupo SaBio del IREC (CSIC, UCLM, JCCM). El estudio se centró en este municipio del distrito sanitario “Córdoba Sur”, donde la tasa de incidencia duplicaba la media andaluza, con cifras que alertaron a los expertos.

En la imagen se representa la incidencia de leishmaniosis humana en los distintos distritos sanitarios de Andalucía (izquierda), así como la ubicación del municipio de Castro del Río dentro del distrito sanitario con alta incidencia de leishmaniosis humana “Córdoba Sur”. © IREC

Durante dos años, los investigadores realizaron un exhaustivo muestreo que incluyó perros, lagomorfos y personas, además de un análisis entomológico de los flebótomos —los pequeños insectos vectores del parásito— que habitan la zona. Los resultados han sido publicados en la revista Pathogens and Global Health.

El 100% de los conejos y liebres, infectados

El dato más llamativo del estudio es que el 100% de los lagomorfos silvestres analizados —liebres ibéricas y conejos europeos— presentaban infecciones por Leishmania infantum. Entre los perros evaluados, el 73,2% también había estado en contacto con el parásito, mientras que en humanos el porcentaje era del 6,2%.

El análisis entomológico no fue menos revelador: más del 25% de los flebótomos capturados en la zona estaban infectados. La especie predominante, Phlebotomus perniciosus, es considerada el principal vector de la enfermedad en el sur peninsular.

El entorno cinegético, zona de máxima circulación

Uno de los puntos calientes de transmisión se localizó en los alrededores de un coto de caza menor adyacente al núcleo urbano, donde la densidad de lagomorfos silvestres es especialmente elevada. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que estos animales actúan como reservorios naturales, una situación similar a la ya observada en otros brotes como el de Fuenlabrada (Madrid) o Montefrío (Granada).

En estos enclaves, el entorno silvestre sirvió de refugio al parásito, escapando así a los controles convencionales y favoreciendo la circulación del ciclo epidemiológico entre insectos vectores, animales y humanos.

Distribución espacial de los individuos muestreados por zonas en el municipio de Castro del Río (Andalucía, España), mostrando también la presencia de L. infantum (por IFAT y/o PCR) en los humanos y perros muestreados, así como la abundancia de flebótomos recogidos en cada punto de muestreo. © IREC

Urge aplicar el enfoque One Health

Los autores del estudio insisten en la necesidad de incorporar el concepto One Health —una sola salud— para abordar este problema. «La vigilancia sobre la fauna silvestre es tan importante como el control de vectores y la protección de los animales domésticos», señalan desde el IREC. Reclaman medidas urgentes que incluyan vacunación y repelentes en perros, campañas de sensibilización ciudadana y un seguimiento sistemático de las poblaciones de flebótomos.

De igual modo, subrayan que conocer a fondo el papel que juegan los reservorios naturales puede marcar la diferencia entre contener un brote o permitir que se convierta en un problema de salud pública crónico.

Una amenaza pequeña, pero letal

El parásito de la leishmaniosis es transmitido por un diminuto insecto, el flebótomo, que pica al caer la noche y prolifera en ambientes húmedos con presencia de animales. En humanos, la enfermedad puede manifestarse como lesiones cutáneas o derivar en formas viscerales graves que afectan órganos vitales como el hígado y el bazo. Sin tratamiento, puede ser mortal.

Con este estudio, se confirma que la lucha contra esta zoonosis debe ir más allá del ámbito doméstico. El campo, y sus habitantes silvestres, tienen mucho que decir en la propagación de la leishmaniosis.

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