La invasión rusa de Ucrania ya está provocando efectos en países como España. De momento, el conflicto armado ya ha tenido consecuencias, principalmente económicas, aunque pueden llegar a ser muy superiores e, incluso, afectar a nuestra biodiversidad, por lo que las consecuencias negativas podían verse reflejadas en la caza. ¿Por qué decimos esto? Veámoslo con más detalle.
El presidente francés, Emmanuel Macron, uno de los líderes europeos con mayor peso en la estrategia de la Unión Europea frente al conflicto en Ucrania y también presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, advirtió durante la inauguración de una feria sobre agricultura en Francia que la guerra en Ucrania «durará», al tiempo que ha solicitado prepararse «con mucha determinación». En cuanto al aprovisionamiento de cereal, aseguró que el país ya prepara un «plan de resiliencia», algo que podría extrapolarse a otros países de la Unión Europea, como España, en los que se verán afectados los suministros de alimentos y, lo más probable, a la política agraria común (PAC).
Macron advirtió que la invasión rusa de Ucrania «desestabilizará» el suministro de alimentos en Europa y África en los próximos 12 a 18 meses, por lo que abogó por «revaluar nuestras estrategias de producción para defender nuestra soberanía alimentaria». En la misma línea apuntó el comisario europeo de Agricultura y Desarrollo Rural Janusz Wojciechowski, quien ha afirmado que debemos revisar el Pacto Verde Europeo o Green Deal.
¿Esto qué significa? Que la forma de cosechar, tal y como se está haciendo ahora, puede cambiar hacia un modelo más intensivo. Es muy posible que se plantee una reducción del porcentaje de barbechos para aumentar la superficie cultivable, que se eliminen las restricciones al uso de abonos y pesticidas o que se levante el veto a los cultivos transgénicos. ¿Cómo afectará esto a la caza?
¿Qué dicen los expertos?
Para aclarar como puede afectar a las especies de caza en España la crisis de abastecimientos de cereal que se avecina, Jara y Sedal ha contactado con Carlos Sánchez García-Abad, doctor en veterinaria, director de investigación de la Fundación Artemisan y con Christian Gortázar, catedrático Jefe del grupo SaBio (Sanidad y Biotecnología), dependiente del IREC, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Ambos coinciden en que «hay mucha incertidumbre» y aún no se sabe qué va a pasar, pero apuntan a que la Política Agraria Comunitaria va a tener que cambiar. Según Sánchez, por el momento «el mayor problema viene por el maíz y el girasol», aunque se verán afectados a corto plazo otros cereales como el trigo. «No es que nosotros tengamos problemas para comer, sino que la industria agrícola y ganadera van a llegar al límite», asegura. Gortázar señala que todo dependerá del tiempo que dure el conflicto: «si esto se enquista se van a vivir tiempos de hambrunas, especialmente en África».
Lo que parece más que probable es que la nueva PAC, en la cual los cazadores participaron con interesantes propuestas puede quedarse en un cajón ante los nuevos acontecimientos: «todos los cambios previstos se podrían retrasar o modificar», asegura Carlos Sánchez.
«Una consecuencia lógica y no necesariamente negativa es que cambie la política de la Union Europea en cuanto a los cultivos transgénicos de maíz y otros productos básicos. Esto permitiría ahorrar plaguicidas ya que son cultivos mucho más resistentes: aumentaríamos la producción reduciendo el uso de fitosanitarios». Hay que recordar que en Europa los transgénicos han sido vetados por las presiones ecologistas, a pesar de ser mucho más productivos. De hecho, en EEUU se utilizan. El escenario bélico en el que nos encontramos puede «hacer que se pierda este conservadurismo».
El aporte de alimentos a las especies cinegéticas se va a resentir
Carlos Sánchez dice que este 2022 «va a ser complicado» en cuanto a la alimentación suplementaria de las especies cinegéticas. El aumento de los precios del cereal obligará a muchos gestores a tener que dejar de alimentar a los animales de sus fincas, algo que no solo afectará a las especies de caza, si no a todas aquellas que se benefician del aporte de comida. Sánchez también advierte: «si sigue la guerra llegará un momento en el que podría tener que empezar a racionarse el trigo o el maíz y ya hay ganaderos, y esto es anterior a la guerra, que están teniendo que sacrificar animales».
Ambos expertos coinciden en señalar que otro aspecto positivo para la fauna (especialmente de menor), es que la situación puede obligar a cultivar miles de hectáreas que habían dejado de labrarse. Muchos cotos, incluso, podrán hacerlo ante la imposibilidad de comprar maíz o trigo para la fauna del acotado.
Otros riegos: peste porcina y rabia
Pero no todo tiene que ver con el maíz o el trigo. Hay otros problemas a los que nos podríamos enfrentar en esta situación. El peligro de que la pesta porcina africana entre en Europa ha aumentado con el trasiego de vehículos particulares que están dirigiéndose desde España hasta la frontera de Ucrania, país donde la enfermedad está presente. Hay que recordar que el virus puede viajar en un neumático y que Polonia o Alemania, dos de los países más transitados, también tienen la enfermedad en su territorio. Si llegase a España las consecuencias serían fatales para las poblaciones de jabalí y para la potente industria de porcino.
«A esto hay que sumar la rabia», recuerda Christian Gortázar. «Los pobres refugiados están saliendo de Ucrania como pueden con sus mascotas, y no hay que olvidar que esa enfermedad sigue presente en el país, lo que puede entrañar otro riesgo».