No son pocas las especies de aves vinculadas a humedales que pueden cazarse en España: ánades reales y silbones, frisos, patos cucharas, gansos… y una de las más apreciadas por los más pateros: la cerceta común, una de las anátidas más pequeñas, cualidad que unida a su agilidad le permite realizar veloces vuelos capaz de desafiar a las mejores escopetas. En la Península puede considerarse un ave acuática invernante abundante que llega desde el norte de Europa y Rusia a finales del otoño.
En España, el Libro Rojo de las Aves, publicado por SEO/BirdLife con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente en 2004, catalogaba a la cerceta común como vulnerable. Sin embargo, en la última edición, publicada en 2021, se reconoce una mejora en su estado de conservación, siendo etiquetada como de preocupación menor.
Esta nueva consideración va de la mano de la establecida por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y BirdLife International, que en su última revisión de 2020 de la lista roja de especies amenazadas también la consideran como de preocupación menor. Esta categoría incluye a aquellas especies que son abundantes y cuentan con una amplia distribución, como es el caso de nuestra protagonista. Se estima una notable abundancia en sus áreas de invernada, con cifras de hasta 750.000 individuos en la cuenca mediterránea, 250.000 en la Europa Occidental templada y 110.000 en Japón.
Entre las principales amenazas que enfrenta esta especie se identifican el deterioro de los humedales vinculados a su ciclo vital. La contaminación, la eutrofización y la pérdida de volumen de agua en estos ecosistemas son los factores más destacados para su conservación. También hay estudios que apuntan que las alteraciones en el grado de salinidad de los humedales próximos al mar pueden influir negativamente en la especie.
Por otro lado, el Libro Rojo de las Aves de España señala como principales amenazas, además de la degradación del hábitat, las molestias humanas derivadas del turismo y el pastoreo cercano a los humedales donde estas aves nidifican. Sin embargo, no parece que la actividad cinegética suponga una amenaza real o un impacto notable en este sentido, ni tampoco se incluye entre las causas directas de un posible declive de la especie.
España, en contra de la reducción de cupos
El Gobierno de España ha decidido no apoyar la moratoria propuesta por la Comisión Europea para la caza de la codorniz y el zorzal alirrojo y la reducción de cupos de la cerceta común, postura respaldada por datos científicos y compartida por Francia e Italia y que expuso a finales de noviembre José Luis Agüero, subdirector general de Producciones Ganaderas y Cinegéticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, durante la jornada Retos y oportunidades en la gestión de aves migratorias cinegéticas organizada por la Fundación Artemisan.
Agüero anunció que tanto el Ministerio de Agricultura (MAPA) como el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) están alineados en su oposición a la moratoria, ya que los datos disponibles no justifican las medidas preventivas propuestas por la Comisión Europea. Y es que, analizando la situación actual de la especie y su clasificación como especie de preocupación menor por la UICN y por la propia SEO, no parece justificado plantear una reducción de los cupos de captura. Menos aún si consideramos que, con los datos disponibles, sus poblaciones parecen haber mantenido tendencias estables durante décadas.
Es cierto que, como otras aves ligadas a medios acuáticos, enfrenta amenazas que podrían comprometer su conservación a medio o largo plazo debido al deterioro, la desecación o la sobreexplotación de algunos hábitats esenciales para su supervivencia. Por tanto, el foco debe ponerse en la conservación de los humedales, no sólo para proteger a la cerceta sino también a otras especies dependientes de estos ecosistemas.
En cualquier caso, la gestión cinegética sostenible es esencial para que la caza de esta y otras especies pueda mantenerse en el futuro. Los cazadores somos cada vez más conscientes de esta responsabilidad, aunque no se debería permitir que siempre se señale al sector cinegético como enemigo de la conservación.
Perspectivas de futuro
Pese a que la situación de la especie no parece preocupante según los datos, no debemos bajar la guardia. Una vez que se pone sobre la mesa la posibilidad de restringir su aprovechamiento, es difícil revertir esta intención. Por ello, como se ha hecho con especies como la tórtola o la codorniz, es imprescindible impulsar proyectos de investigación que respondan con datos y argumentos sólidos a estas amenazas. Sólo el camino de la ciencia será garante del futuro de la caza.
La cerceta, un ave apasionante
En España, la cerceta común (Anas crecca) es un ave ante todo migratoria. Sólo un pequeño número de parejas cría en la Península, en lugares muy puntuales como algunas riberas de Pontevedra y lagunas glaciares de Soria y La Rioja, las Tablas de Daimiel o Doñana. Realiza una sola puesta al año, en primavera, con un promedio de ocho a 12 huevos. La incubación dura alrededor de 21-23 días y es realizada exclusivamente por las hembras. Durante el invierno su número es abundante, resultando sencillo observarla, ya que llega generalmente a finales de noviembre y durante diciembre procedente del norte de Europa y Rusia.
Con un peso medio de 350 gramos y una longitud total de unos 35 centímetros, es una de las anátidas más pequeñas de las que visitan nuestro territorio. Presenta un marcado dimorfismo sexual: mientras los machos lucen un intenso colorido, con cabeza de colores rojizos y una marcada ceja verde o azulada, las hembras se distinguen por un plumaje de tonos pardos mucho más discretos.
Vinculada a medios acuáticos, principalmente humedales, donde encuentra alimento y refugio y construye sus nidos, habitualmente en el suelo y cerca de la orilla, es un ave omnívora, ya que se alimentan de vegetales, principalmente brotes, semillas y pequeñas raíces, y de animales, fundamentalmente larvas de insectos y pequeños moluscos y crustáceos.