Por Juan Ignacio Contreras
El Covid-19 te la ha jugado. Te ha mantenido encerrado en casa en lo mejor de su temporada y te permite salir ahora que parece que se los ha tragado la tierra. La frescura del campo ha desaparecido, los pastos en zonas abiertas se empiezan a secar, las siembras están altas y ya van espigando, los árboles de hoja caduca con su nueva vestimenta nos impiden ver la profundidad del bosque, la comida dentro del monte es abundante y el duende no tiene que desplazarse para llenar la panza.
Los corzos ya tienen su territorio definido y no deambulan tanto como antes, las hembras apenas se mueven del monte ya que acaban de alumbrar a sus nuevos retoños, y el macho, ya emparejado, le hace compañía. Los mosquitos atacan en oleadas, lo cual hace que los animales se muevan durante la noche, o en los primeros momentos del amanecer y a última hora para evitarlos y después de dos meses de rececho, los animales están más sensibles a cualquier ruido o presencia humana, pues han sufrido nuestro acoso.
Por todo esto, muchos aficionados descansan en esta época y esperan al mes de Julio para retomar los recechos. Todo son desventajas para cazar en este mes pero tampoco hay que tirar la toalla, la vida se compone de grandes retos, y cuando algo te cuesta más de lo normal la satisfacción es mucho mayor. No te rindas y trata de amoldarte a la situación del monte. Debes saber que en este mes también se pueden conseguir grandes trofeos, y recuerdos inolvidables por su dificultad. Por ello no dejes de intentarlo y sé optimista.
Conoce sus querencias y haz una espera
En esta época el campo está bastante seco, por lo que el corzo escuchará perfectamente tus movimientos, y esta es una razón de peso para evitar el rececho y darle prioridad al aguardo. Si has pateado el campo los meses anteriores ya tendrás una idea de las querencias y los movimientos de los machos de tu coto, y si no es así pregunta a la gente del lugar: pastores, agricultores, e incluso paseantes.
Ellos te podrán dar información muy valiosa sobre su deambular. Sus movimientos se deben, sobre todo, a la necesidad de encontrar agua. En junio, los charcos y algunos puntos de agua ya han desaparecido a consecuencia de la falta de lluvias, y este es un factor que debemos aprovechar ya que necesitarán beber más de una vez al día, dependiendo del calor.
Colócate cerca del agua
Lo primero que tienes que hacer es registrar las orillas del aguadero en busca de huellas que nos indiquen su presencia. Estos aguardos al agua son efectivos a última hora de la tarde, pero aun más durante el resto del día. Su hora de entrada la marca la temperatura, por lo que los días calurosos de este mes son los mejores para intentar su caza.
Para elegir la hora de espera te tienes que poner en la piel del corzo: cuanto más aprieta el calor más necesidad tendrá de beber. Es fundamental ponerse en el sitio sin echar aire, mimetizarse, estar cómodo para no hacer ruido y llevar algo de líquido para aguantar las largas horas que exige este tipo de caza.
Cuando en la zona que se va a cazar hay un río o un arroyo es más complicado detectar dónde va a abrevar el corzo, pero las pautas a seguir son parecidas. También se buscará en las orillas arenosas la presencia de huellas, y si el arroyo o río transcurre por zonas montañosas trata de localizar una buena atalaya en la solana, pues lo normal es que con el calor los animales estén encamados en la umbría o en la misma espesura del arroyo.
Una vez situado debes prestar atención a todos los movimientos que se puedan producir. Los animales se levantarán del encame cuando tengan la necesidad de calmar la sed y se moverán de una forma rápida hacía donde está el agua. Lo normal es que beban y vuelvan por el mismo sitio al encame. Es importante tener presente que en este caso los tiros se realizan a más distancia por lo que es necesario buscar un buen punto de apoyo.
Comida: el secreto está en el verde
El corzo es un comensal de nivel, un sibarita al que le gusta la buena mesa como los brotes tiernos y las yemas de arbustos y plantas. Aunque en junio ya han germinado, siempre existe una zona de umbría en donde alguna zarza o rosa canina muestra ese manjar que el corzo pretende.
Has de tener localizados esos rincones escondidos ya que serán una buena apuesta para poder abatirle. Las riberas de arroyos y manantiales donde los pastos son verdes y tiernos también serán visitados, y no olvidemos las huertas de los pueblos. Son un supermercado repletos de productos frescos y sabrosos. Seguramente entren por la noche y te será más facil localizarlos al amanecer, cuando salgan de la plantación por alguna gatera que el agricultor olvidó tapar.
Observa si el corzo tiene gusano
La maldita mosca Cephenemya stimulator ha causado verdaderos estragos en las poblaciones de este cérvido. Si prestas atención, en el campo puedes distinguir entre animales sanos e infectados. Estos últimos no paran de sacudirse la cabeza, rascarse y estornudar.
El picor que sufren es tremendo. Además, muchos de ellos pueden mostrar claros signos de desnutrición y falta de salud en su capa. Si los ves correr detrás de una hembra notarás que su carrera es más corta de lo habitual: las larvas residentes en sus fosas nasales no les permiten respirar con normalidad y se asfixian.
Este insecto volador de la familia de los tábanos está totalmente descontrolado, y no se ha podido tomar ninguna medida efectiva para frenar su expansión, provocando un importantísimo descenso en las poblaciones de corzo de la Cordillera Cantábrica –a lo que debemos sumar las grandes nevadas caídas este invierno–, encontrándose hoy bajo mínimos. No se sabe aún cual será su futuro, aunque lo normal es que terminen adaptándose y sus densidades habituales se recuperen.