El pasado 15 de agosto, Mario Cabezas, un apasionado cazador residente en Madrid, logró abatir uno de los jabalíes más extraordinarios de los últimos años en un coto social del norte de Extremadura. Mario, de 37 años, cuenta que acudió a una espera en su pueblo en el valle del Jerte, donde veranea, acompañado de uno de sus amigos. La jornada comenzó a las 21 horas, cuando se pusieron en espera. Durante esta, vivieron momentos destacados como la aparición de un tejón que caminó casi hasta sus pies o el zorro que poco después les recordó que no podían relajar su atención.
Sin embargo, fue a las 23:20 horas, cuando un gran jabalí hizo su aparición. El animal estuvo dando vueltas alrededor del comedero antes de decidirse a entrar franco. Fue el compañero de Mario quien advirtió primero su presencia y quien tuvo la oportunidad de abatirlo, pero prefirió ayudar a alumbrarlo para que su amigo pudiera disparar.
La alegría al cobrar el increíble animal «fue inmensa», asegura el joven a Jara y Sedal, que añade que logró cobrar el jabalí gracias a su rifle de calibre .308 Winchester que tantas alegrías el ha dado.
Compartir jornadas de caza con sus amigos, la perfecta «vía de escape»
Mario, que lleva solo cinco años practicando la caza, siempre ha tenido una relación estrecha con el campo. Además de ser técnico forestal, le encanta la pesca, aunque en los últimos años se ha dedicado más a la actividad cinegética, viéndola como «una vía de escape».
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Se inició en la caza gracias a un compañero de estudios que lo convenció para probar. Ahora, Mario practica la caza en Gredos, participando en recechos y ganchos de jabalí, en los que disfruta como nadie de «pasar el día con la gente del pueblo».
La afición de Mario por la caza se ha fortalecido gracias a su vínculo con dos pueblos de Ávila y Cáceres, donde suele cazar y mantener relaciones con los habitantes locales y sus amigos. Este vínculo con el campo y sus gentes es lo que más valora de la caza.
Un animal insólito
El jabalí abatido por Mario es notable no solo por su tamaño, sino también por una particularidad única: tenía la amoladera izquierda partida, lo que permitió que el colmillo de ese lado creciera sin desgastarse, alcanzando unas dimensiones descomunales. Esta característica, por la que son conocidos como ‘alunados’, hace que el animal sea extraordinario y muy valorado por el cazador.
La caza de este jabalí no solo representa un logro personal para Mario Cabezas, sino también una historia en la que el cazador quiere resaltar la conexión con la naturaleza y la comunidad rural. Este evento memorable en el valle del Jerte subraya la importancia de la actividad cinegética como una tradición que une a las personas y que les permite disfrutar y respetar el entorno natural.