El segoviano Enrique Guilabert es un apasionado tanto de la caza mayor como de la caza menor. Una afición que le viene de familia ya que tanto su bisabuelo, su abuelo, su padre y su tío son cazadores. «Me atrevería a decir que cazadores de verdad, gente que respeta y ama el campo y a los animales que en él habitan», afirma Guilabert. El joven está profundamente agradecido de los valores que durante toda una vida le han transmitido y así espera poder hacerlo él con las próximas generaciones.

Aprovechando el puente de La Constitución, Enrique se desplazó junto a su amigo Ramiro -con quien administra la cuenta de Instagram @cazalapatria– a Pirineos, concretamente al municipio oscense de Arén para cazar el jabalí en batida. La zona es famosa por la densidad y calidad de jabalí, así como por la dificultad de algunos de sus puestos.

Allí se utilizan fundamentalmente perros anglo-franceses y algún podenco paternero. Los canes fueron una de las cosas que más llamó la atención del cazador. «Son incansables y con unos vientos fuera de lo común. Capaces de seguir el rastro de los jabalíes al milímetro durante horas y kilómetros. Además, diría que sacan los jabalíes chorreados, como las perdices en los buenos ojeos», detalla.


Una cazadora abate uno de los jabalíes más grandes de la temporada en Aragón


El domingo 8, a Enrique le tocó en la armada de cierre, un puesto situado en lo alto de un barranco. Daba vista a un monte de roble, avellano y encina, muy querencioso para los cochinos. Además, aunque había mucha vegetación, no era muy espesa y tenía bastante visibilidad. «El sitio era… de ensueño, de esos puestos que te imaginas cada día que vas de caza.», recuerda Guilabert.

Con los perros ya en el monte y las posturas colocadas, no tardaron en comenzar los levantes, precedidos de fuertes ladras. Se sucedieron varias detonaciones que anunciaban los primeros lances. Ahora le tocaba el turno a nuestro protagonista. Un corpulento jabalí irrumpió a toda velocidad por su derecha. «Al verme torcer la cabeza se frenó en seco. Infartado y atónito, mirándonos de frente, vi cómo despuntaban las dos velas blancas por encima de la jeta. Hice el gesto de encarar y el animal pegó un salto.», narra el cazador. Tenía menos de 1 metro para jugar el lance y no desaprovechó la oportunidad. Encaró rápido su Tikka t3x y accionó el gatillo. Su gran puntería dejó al animal seco.

El jabalí contaba con unas poderosas navajas. © E.G.

«Qué jabalí. He visto jabalíes con navajas más grandes, pero diría que éste es, sino el más bonito que he visto nunca, uno de ellos.», asegura el joven. Sorprendido por la belleza del animal, aún con el pulso aún acelerado y muy emocionado, celebró junto a sus compañeros y amigos el que pasaría a ser uno de los mejores lances de su vida. La pieza, el lugar, la compañía… el conjunto hacía de aquel día de caza, una jornada inolvidable.

Enrique y sus compañeros junto al jabalí © E.G.

El fin de semana finalizó con más de un centenar de ejemplares abatidos, un reflejo de la gran densidad de jabalí de la zona. La gestión cinegética juega un papel fundamental en lugares como Arén donde, de no ser por ella, las consecuencias en términos de salud y seguridad vial serían devastadoras.

El cazador con el jabalí abatido © E.G.
El cazador con el jabalí abatido © E.G.

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