Miguel González Costas, es uno de los veteranos de la cuadrilla «Monteiros de Melón». Lleva desde niño inmerso en el mundo de la caza, y con tan sólo 13 años ya empezó a ir de montero. Su hijo Miguel heredó esa pasión por los perros de rastro y cada fin de semana salen al monte con ellos y su cuadrilla.

El pasado domingo pasado 24 de noviembre los «Monteiros de Melón» se encontraban en Carballeda de Avia, un municipio situado en el occidente de Ourense que cuenta una importante población de jabalí. Lo que nadie esperaba era el trofeo que aguardaba a Miguel padre aquella jornada.

Con los puestos colocados, grifones, sabuesos, paterneros y sus perreros empezaron a barrer monte. Las ladras no tardaron en escucharse y las emisoras, tampoco. Uno de los podencos llegó a la cama de un gran jabalí que no tardó en abandonarla y tampoco en esquivar los puestos. Los perros consiguieron volver a meter al suido en la echada con tan mala suerte para él que hizo por escapar por donde se encontraba Miguel, muy atento tanto al frente como a su espalda.

Las ladras se acercaban y no tardó en escuchar las ramas quebrar… Ahí estaba. El veterano cazador, con mucho temple, encaró el rifle y esperó a que el jabalí diera la cara. Nada más verlo efectuó un disparo certero y la detonación de su Browning Bar 2 calibre .30-06 Springfield retumbó en toda la mancha.

Minutos después, puestos vecinos avisaban a nuestro protagonista de que otro ejemplar iba directo a su postura. Así fue, una bonita hembra que González también lograba apuntarse en su cuenta personal.


Cazan uno de los jabalíes más grandes de la temporada en Asturias: 140 kilos y unos colmillos de infarto


El espectacular trofeo © M.G

«Tiene una flor con los jabalíes grandes y ostenta entre sus logros el titulo de haber abatido el más grande de nuestra cuadrilla», cuenta su hijo.

Cuando González comprobó el grosor y largo de las navajas suspiró, de no haberlo abatido las consecuencias para los perros podrían haber sido fatales. «Tenía15 centímetros y pesó 114 kilos», cuenta Miriam, una de las integrantes de la cuadrilla.

El ejemplar de cuerpo entero © M.G

Una vez llegaron todos los perros a la muerte sacaron el tremendo jabalí entre varios compañeros y es que, si por algo se caracteriza esta cuadrilla gallega, es la unión y el compañerismo que cada uno de sus miembros lleva siempre por bandera.

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