El joven cazador sevillano Alfonso Jesús Montes Martos, natural de la localidad de Morón de la Frontera, abatió este jueves 18 de agosto durante una jornada de menor en las cercanías de la localidad de Cazalla de la Sierra un extraño conejo albino.  Hablando con cazadores de la zona, dice que «nunca habían visto nada igual». En el resto de la jornada cinegética, abatió una docena de conejos más.

«Primero lo había visto salir en un par de ocasiones, pero creía que era un gato o cualquier otro animal, no un conejo, porque es blanco como una pared», comienza explicando el cazador a la redacción de Jara y Sedal. A última hora de la tarde, ya casi sin luz, «lo vi de salir de una linde y cruzar hacia una linde. Disparé a la pieza y me quedé con ella», señala. Además, añade que «es un conejo viejo, de un par de años».

Aunque en otras zonas es habitual ver algún conejo rubio fruto de algún cruce con domésticos, no lo es en esta: «Es muy extraño, jamás habíamos visto nada igual», vuelve a recordar el cazador.

Alfonso y su hijo con el resultado de la jornada. © A. J. M.

La variación del pelaje de los conejos, una característica digna de estudio

La mayoría estamos familiarizados con las diferencias de tamaño sur-norte, dado que generalmente una misma especie tiende a ser de mayor tamaño según se distribuye más al norte, un proceso que fue descrito por el científico alemán Carl Bergmann en 1847 y que recoge Ciencia y Caza en un interesante artículo en su web. Por ello ya no nos sorprende que los jabalíes y las perdices de Burgos sean más grandes que las de Cádiz.

Otro asunto relacionado es la variación de la coloración del pelaje y plumaje, que también pueden ser distintos en función del lugar en el que se encuentre la especie, si bien la explicación no es en este caso «sur o norte». Esta adaptación es conocida en el conejo de monte y seguramente a más de uno de venga a la cabeza aquel conejo más claro o más oscuro que abatió en tal sitio.

Un estudio de Stoner y colaboradores (2003), investigó esta adaptación en lagomorfos (conejos y liebres), utilizando datos de 146 investigaciones relacionadas anteriormente. Los autores asocian la variación de la coloración con el intento de camuflarse con el medio que lo rodea, de modo que en función de la vegetación predominante en la zona e incluso de la época del año esta tonalidad puede verse modificada en cierto grado. De esta manera conejos y liebres disminuyen las posibilidad de ser comidos.