Cuando cazas un corzo o cualquier otra especie de tamaño similar, sacar la pieza del monte puede resultar un problema. Hay quien decide despiezarlo en el campo para trasnportarlo de forma más sencilla pero si quieres aprovechar el corzo entero tienes un problema. Un maletero lleno de pelo y sangre no es plato de buen gusto para nadie. Para poner fin a ese problema ha nacido esta fenomenal bolsa estanca que comercializa Solognac.

Una bolsa estanca que ocupa poco

Plegada en nuestro morral ocupa poco más o menos que un smartphone. Incluso podremos llevarla en un bolsillo de nuestro chaleco de caza. Tiene una gran capacidad de carga, hasta 100 litros, y soporta un peso máximo de 60 kilogramos, más que suficiente para transportar corzos, rebecos, jabalíes medianos y, claro está, piezas de menor.

Su material, poliéster, y sus costuras y acabados impiden que la sangre traspase la bolsa, por lo que podremos transportarla en el maletero del coche sin preocuparnos por mancharlo. Ya en casa, bastará un buen manguerazo para dejarla preparada para nuestra próxima salida al campo. Pero no es sólo un macuto para transportar piezas…

La Bolsa estanca Solognac: un macuto todoterreno

Su gran resistencia de carga, de hasta 60 kilos, se explica por el material en que está confeccionada, poliéster, y la calidad de sus costuras, como las de las asas negras situadas en cada uno de sus extremos para permitir transportar la carga
entre dos personas.

Se acabaron las visitas al autolavado tras cada cacería. Tanto las uniones como las cremalleras son completamente estancas: impiden la salida de la sangre o cualquier otro líquido para así mantener el maletero de nuestro coche en perfectas condiciones.

Sus tejidos y uniones son realmente resistentes. Puedes arrastrarla por la hierba sin miedo a que se rompa o rasgue. Además de ser completamente estanca también es impermeable y repele el agua: si la cierras bien todo lo que guardes permanecerá bien seco.

También, la maleta perfecta

Es la perfecta compañera de viaje de cualquier cazador con alma de aventurero. La calidad de sus materiales, el cuidado de los detalles y su reducido tamaño cuando está plegada la convierten en el macuto perfecto. Hay quienes nos atrevemos incluso a facturarla con nuestro equipaje: ésta sí que es una prueba de fuego.