Cada septiembre, los montes y dehesas de España se llenan con el sonido inconfundible de los ciervos en celo. La berrea es uno de los espectáculos naturales más impresionantes de la fauna ibérica, una cita marcada en el calendario tanto para los aficionados a la naturaleza como para los cazadores. Sin embargo, este año el esperado bramido de los machos se está haciendo esperar más de lo habitual.
Desde diferentes puntos del país, cazadores han transmitido a la redacción de Jara y Sedal que en sus acotados los venados apenas han comenzado a mostrar actividad. Una circunstancia que también ha sido confirmada por parte del equipo de la revista durante la reciente grabación de un documental para Cazaflix, donde se ha comprobado sobre el terreno que la intensidad de la berrea, por el momento, está siendo menor y más tardía que otros años.
Un fenómeno marcado por la luz y el clima
Como la mayoría de cazadores conoce, el inicio de la berrea depende en gran medida del fotoperiodo negativo, es decir, de la reducción diaria de las horas de luz. Sin embargo, este estímulo natural se ve acompañado de otros factores ambientales: la bajada de las temperaturas y la llegada de las primeras lluvias de septiembre. No obstante, cuando las precipitaciones no se producen a tiempo, el celo puede retrasarse o desarrollarse de manera irregular.

La tradición popular resume este vínculo con una frase conocida entre los aficionados a esta modalidad de caza: «La berrea llega cuando se les moja el lomo». Y no es casualidad. La humedad ambiental favorece que las feromonas de las hembras se dispersen en el aire y despierten la respuesta de los machos. Sin esas lluvias iniciales, el proceso se ralentiza.
Este año no es culpa de la primavera
En ocasiones, la escasez de lluvias primaverales provoca que las hembras lleguen demasiado delgadas a septiembre y no entren en celo correctamente. Sin embargo, este 2025 no es el caso: la primavera trajo abundantes precipitaciones en buena parte de la Península, lo que permitió a los ciervos disponer de alimento suficiente y afrontar el verano en buen estado físico.

El problema podría estar en el presente mes de septiembre. La prolongación de las altas temperaturas y la ausencia casi total de lluvias en gran parte del territorio han mantenido secos los montes y retrasado la actividad reproductiva de los ciervos. Todo indica que, hasta que no se produzca el cambio de tiempo, la berrea no alcanzará su máximo esplendor.
El alivio podría llegar con las lluvias
Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), a partir del viernes se espera la entrada de un frente frío por el noroeste que traerá consigo lluvias persistentes y un acusado descenso de las temperaturas. Galicia, el Cantábrico, el alto Ebro y los Pirineos serán las zonas más beneficiadas por estas precipitaciones, que podrían extenderse a otras áreas del norte y del interior.
De confirmarse este pronóstico, el agua y la humedad ambiental reactivarán el comportamiento de los ciervos, intensificando una berrea que de momento está siendo tímida. Para los cazadores y aficionados que esperan cada año este espectáculo, el frente atlántico puede convertirse en el detonante que anime por fin a los venados a bramar con toda su fuerza.

Un espectáculo único en la naturaleza
La berrea es mucho más que un sonido atronador. Es la culminación de un proceso biológico y social en el que los machos marcan territorio, luchan entre sí y buscan transmitir su genética a las futuras generaciones. Durante tres semanas aproximadamente, los ciervos concentran su energía en esta fase, desatendiendo incluso su propia alimentación.
Los bramidos, audibles a varios kilómetros, sirven para atraer a las hembras y advertir a los rivales. A ellos se suman las luchas de cuernas, las carreras por los prados y el continuo marcaje de los árboles. Aunque las peleas raramente son mortales, sí provocan heridas y desgastes que ponen a prueba la resistencia de los animales.
Retraso con consecuencias
Un retraso prolongado en la berrea puede tener efectos en cadena. Si las hembras se aparean más tarde, los cervatillos nacerán semanas después de lo habitual, coincidiendo con un campo mucho más seco y con menor disponibilidad de alimento. Esto puede afectar a la calidad de la leche de las madres y, en consecuencia, al crecimiento de las crías.
De ahí la importancia de adaptar también la gestión cinegética a las condiciones de cada temporada. Retrasar las extracciones de grandes machos para que puedan cumplir con su función reproductiva es una de las recomendaciones más habituales cuando el celo no sigue el calendario previsto.

A la espera del momento álgido
Los próximos días serán determinantes para comprobar si las lluvias y el descenso térmico reactivan la berrea. De ser así, los montes españoles volverán a retumbar con los bramidos del ciervo ibérico, un espectáculo natural que cada año marca el final del verano y el inicio del otoño.
Mientras tanto, cazadores y aficionados siguen aguardando ese sonido ancestral que, desde hace siglos, anuncia el tiempo del ciervo y que este 2025 se ha hecho esperar más de lo habitual.








