Fue un día que nunca pensaron vivir. Tras dos décadas de trabajo y selección genética, la familia de Bergarako Zezenak, en Gipuzkoa, se vio obligada a enviar al matadero a sus noventa vacas, toros y bueyes después de confirmarse un positivo por tuberculosis bovina. La normativa europea no deja margen: cuando la incidencia supera el 1 %, el sacrificio total del rebaño es obligatorio.

En un emotivo mensaje publicado en redes sociales, los ganaderos reconocieron que este ha sido «el día más triste» de su vida profesional y familiar. «Nos hemos visto obligados a hacer un vacío sanitario y sacrificar todos nuestros animales», lamentaron. «Esto no es un adiós, es un hasta pronto. Volveremos más fuertes, con el recuerdo imborrable de nuestros animales».

El golpe ha sido devastador para una de las ganaderías más reconocidas del norte peninsular, conocida por su participación en festejos taurinos y por su cuidada genética, fruto de más de veinte años de selección.

Una pérdida irreparable para una familia ganadera

Iñigo Almorza, miembro de la familia, expresó su frustración en Euskadi Irratia: «No es justo tener que sacrificar todas las reses». Aunque la Administración prevé una compensación económica, el ganadero explica que «solo servirá para comprar unas 30 reses», lejos de las 90 que han perdido. Pero lo que más les duele, dice, es la desaparición de una genética única, trabajada durante dos décadas.

Este es el segundo foco de tuberculosis bovina detectado este año en Gipuzkoa. En febrero, otra explotación, la ganadería Marqués de Saka, en Deba, tuvo que sacrificar a sus 160 animales por un brote similar.

La tuberculosis bovina, un enemigo que se esconde en el monte

La tuberculosis bovina es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium bovis. No solo afecta al ganado, sino que tiene en la fauna silvestre su principal reservorio. Ciervos, corzos y jabalíes actúan como portadores del patógeno, contribuyendo a su expansión entre explotaciones ganaderas, especialmente en zonas donde estos animales viven en densidades elevadas.

Este fenómeno no es exclusivo del País Vasco. En Toledo, un brote similar obligó al ganadero José Montes a sacrificar sus 300 reses de bravo en la localidad de Noez. Montes atribuyó la propagación a la presencia descontrolada de jabalíes y corzos que accedían a los bebederos del ganado. «Por mucho que controlemos nuestras vacas, si los animales silvestres entran infectados, es imposible evitar el contagio», denunció entonces.

Un problema que amenaza al sector

La comunidad ganadera teme que la enfermedad, combinada con otras amenazas como la dermatosis nodular contagiosa, ponga en riesgo la continuidad de muchas explotaciones. De momento, no se han detectado casos positivos de esta última enfermedad en Euskal Herria, pero la alerta sigue activa.

Mientras tanto, familias como la de Bergarako Zezenak tratan de recomponerse. «Prometemos que volveremos más fuertes», concluyen. Pero la herida, tanto emocional como económica, tardará mucho en cicatrizar.

Síguenos en discover

Sobre el autor