Lejos queda enero, cuando seguíamos a las perdices sin que nuestro perro de caza acusara apenas el cansancio y pudiendo pasar el día entero, e incluso varios seguidos, cazando. En agosto, por mucho que lo hayamos campeado, su nivel físico será mucho más bajo si no hemos llevado a cabo un plan de entrenamiento. Por eso, el uso de los cotos intensivos es una opción formidable para mantener el tono físico de tu perro de caza.

Ten en cuenta que en un coto intensivo de caza no vas a hacer ‘chicha’, sino a preparar a tu compañero. Si la cuadrilla es numerosa, necesitas organización: si empezáis todos a la vez será un desastre, los perros se volverán locos con las detonaciones y el resultado será una jauría corriendo en todas direcciones, y los cachorros podrían coger miedo a los disparos con tanto tiroteo. Separaos para que tu perro pueda concentrarse sólo en buscar y seguir tus órdenes. Si es novato trabaja la búsqueda, el respeto al tiro y el cobro; si es veterano ‘le sonarán’ todos estos conceptos, sólo tendrás que recordárselos y controlar la distancia de búsqueda con la escopeta.

Comienza con la búsqueda

Empieza guiándole para que realice un laceo perpendicular a tu avance. Si el intensivo dispone de linderos habrás soltado antes varias piezas en ellos para que se acostumbre a buscar en estas zonas –donde se refugia la caza salvaje–. Si localizas una antes él, date la vuelta y busca otra para que ésta tenga tiempo de buscar cobijo. No le quites ojo: cuando se quede de muestra acude rápido a él, reforzándola con la orden ‘quieto’ al tiempo que le acariciamos para que aguante sin que se lance a coger su presa.

Un perro de caza en acción. © Shutterstock

Entrena el respeto al vuelo de tu perro de caza

Si hablamos de caza sembrada, tu perro puede llegar a coger la pieza o volverla a levantar al posarse tras un vuelo corto. Si no la para, no tires: déjala marchar fijándote en dónde se posa para buscarla más tarde. No lo hagas enseguida: permite que descanse para que nos pueda volver a ofrecer otro vuelo de garantías. Además, dejará rastros que después podrá encontrar tu compañero. Actuando así entenderá que sólo dispararemos si hay muestra, premiándole con caricias y refuerzos cuando lo haga bien.

Termina con el cobro

En esta faceta debe llegar al intensivo ‘enseñado’ de casa, pues habrás podido trabajarla con él desde que es un cachorro con ayuda de un aport, un calcetín enrollado… Cualquier sitio es bueno: tu casa, el jardín, el parque… Al abatir la primera pieza debes poner en juego tu paciencia para dejar que la emboque bien y te la traiga. Emplea todo el tiempo necesario para que lo haga bien y no tengas ninguna prisa en ir en búsqueda de otra pieza: no debes olvidar que estáis aquí con un único objetivo: entrenar.

Un perro de caza cobrando una pieza de caza menor. © Shutterstock

¿Cómo elegir un coto intensivo?

Una de las ventajas de estos terrenos es que en ellos tienes la opción de soltar y sembrar codornices o perdices, según la especie con la que quieras que tu perro trabaje. El precio de las africanas oscila entre 2 y 2,5 euros; el de las perdices, entre 10 y 12. Eso sí, no olvides que estamos hablando de caza de granja y que, por muy buena calidad que tenga, su bravura no tendrá que ver con la de sus ‘parientes’ salvajes.


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Infórmate de cómo se gestiona el coto: si se realizan varias sueltas al año las piezas estarán más aclimatadas al entorno que si se hace justo antes de cada jornada, y si dispone de voladeros tendrán más aguante al vuelo. También es importante conocer de antemano cuántos cuarteles tiene y su amplitud –si hay muchos cazadores habrá mucho tiroteo, algo que, como ya hemos dicho, no nos interesa para trabajar con nuestro compañero– y, sobre todo, el tipo de vegetación: buscar perdices en una pradera no tiene mucho aliciente y perseguir codornices entre jaras no es lo suyo.