La peste porcina africana (PPA) vuelve a situar al jabalí en el centro del debate sanitario y cinegético. Ante este escenario, la Asociación de Rehalas Regionales Españolas ‘Caza y Libertad’ (ARRECAL) ha reclamado a las autoridades que actúen con «prudencia, proporcionalidad y adecuación», tres principios que, recuerdan, coinciden de forma simbólica con las siglas de la enfermedad.
La organización considera que las decisiones que se adopten para frenar la expansión de la PPA no pueden basarse en respuestas simplistas ni en una presión constante orientada a la erradicación de la especie. A su juicio, ese enfoque tendría consecuencias negativas tanto para el equilibrio ecológico como para el propio sector cinegético y el medio rural.
Desde ARRECAL insisten en que el jabalí es una pieza clave de la biodiversidad ibérica y que su presencia, cuando se mantiene en densidades sostenibles, es compatible con la agricultura, la sanidad animal y la seguridad pública. Para lograrlo, subrayan, es imprescindible apostar por sistemas de gestión contrastados como las monterías, batidas y ganchos.
Una gestión basada en el equilibrio
«La gestión del jabalí no puede orientarse única y exclusivamente a la eliminación indiscriminada y continuada de la especie, sino a equilibrar sus poblaciones en densidades social, ecológica y sanitariamente sostenibles», explica el presidente de ARRECAL, Felipe Vegue.
El responsable de la asociación recuerda además que el jabalí sostiene buena parte de la actividad cinegética en amplias zonas rurales, con el impacto económico y social que ello conlleva. «¿Cómo quedaría el panorama cinegético español si exterminamos el jabalí de golpe y porrazo?», se pregunta Vegue.
En este contexto, ARRECAL apunta a una realidad que, a su juicio, suele quedar fuera del foco. Según la entidad, los problemas más graves de sobreabundancia se concentran en zonas urbanas y periurbanas, donde el control resulta mucho más complejo, mientras que en numerosos montes cinegéticos las densidades no son tan elevadas como se suele afirmar.
El papel clave de las rehalas
Para la asociación, una parte esencial de la solución pasa por reforzar y proteger la figura del rehalero. ARRECAL reclama además una simplificación de las obligaciones normativas que afectan a las rehalas en ámbitos como los núcleos zoológicos, el transporte o el enterramiento, cuestiones que ya están recogidas en la Estrategia Nacional de Gestión Cinegética y que, denuncian, siguen sin aplicarse.
«Las rehalas son, por su naturaleza, el único sistema capaz de modular densidades reales de jabalíes, penetrar en el monte, movilizar a los grupos familiares, extraer ejemplares de zonas de refugio y hacerlo de forma selectiva», destaca Vegue. «España dispone de las rehalas como un sistema de gestión único en Europa, desaprovechar ese recurso en una crisis sanitaria como esta sería un gran error».
ARRECAL defiende que allí donde actúan las rehalas las poblaciones se mantienen controladas, distribuidas y rastreadas, algo que consideran inalcanzable mediante métodos estáticos o exclusivamente tecnológicos.
Rechazo al uso indiscriminado de tecnología
En paralelo, la asociación muestra un rechazo claro al uso habitual de tecnologías de detección térmica, como visores, cámaras o drones, en la gestión del jabalí. A su entender, estas herramientas solo deberían emplearse de forma excepcional y cuando contribuyan a mejorar la seguridad del cazador.
«La lucha contra la PPA no justifica la tecnificación absoluta ni el abandono de los métodos tradicionales, especialmente cuando estos son los únicos que han demostrado eficacia y continuidad», recalca Vegue.
ARRECAL advierte de que el abuso de estas tecnologías puede desnaturalizar la gestión cinegética, incrementar el estrés de las poblaciones, fomentar la nocturnidad permanente del jabalí y generar efectos indeseados como un aumento del furtivismo y una mayor presión sobre el resto de especies.








