Un tercio de los cotos de caza han recibido reclamaciones por daños de jabalíes y corzos en los cultivos pese al aumento de las medidas de control.
24/8/2017 | elcorreo.com 

accidente corzo.
Corzo atropellado junto a una carretera. / Shutterstock.

La explosión demográfica de los grandes mamíferos como ciervos, corzos y jabalíes no sólo provoca problemas en el aeropuerto. También origina daños agrícolas, forestales y accidentes de tráfico con importantes pérdidas económicas en el medio rural y afectan negativamente a la seguridad vial de las carreteras. Álava registra un siniestro diario de media por colisión de vehículos contra especies cinegéticas en los que también se originan esporádicamente lesiones personales. La última muerte se produjo en 2003, pero todos los años hay heridos. Hace tres lustros se registraba sólo una cuarta parte de la cifra actual de accidentes.
El abandono del medio rural, el incremento de la superficie forestal o la disponibilidad de alimento durante todo el año, gracias a una agricultura variada y productiva, y la falta de depredadores naturales son algunos de los factores que favorecen el incremento de estas especies. En Álava las poblaciones estimadas de ciervos, corzos y jabalíes rondan los 18.000 ejemplares, de los que anualmente los cazadores capturan unos 3.500 mientras que otros 370 mueren atropellados.
«Durante las épocas de veda, es decir, entre marzo y septiembre, recibimos cada año más reclamaciones de agricultores por daños en sus campos. Tienen preferencia por el maíz y el girasol pero le dan a todo: patatas, remolacha, incluso pastizales en busca de lombrices», comenta el jefe del Servicio de Caza y Pesca, José Ramón Aguirrezábal.

En los últimos años se han producido entre 340 y 360 siniestros de tráfico con jabalíes, corzos y ciervos. 

La Diputación suele autorizar a los cazadores del coto -que se tiene que hacer cargo de las indemnizaciones- el uso de métodos como el rececho o las esperas con armas de fuego para abatir a las especies que causan daños agrícolas -con unos cupos fijados de antemano-. «Creo que es importante en ese sentido reconocer la labor de los cazadores porque sin ellos estaríamos literalmente invadidos», agrega Aguirrezábal.

 

Vallas perimetrales

La presencia de tanta fauna salvaje ha obligado también a la Diputación y a las concesionarias de las autopistas a doblar el esfuerzo para evitar que entren en las carreteras. Mientras que el jabalí no salta la valla de 1,20 metros que rodea las autovías y autopistas, sí lo pueden hacer tanto el corzo como el ciervo. Por el contrario, los cerdos salvajes aprovechan cualquier pequeño agujero de la red para cruzar. En algunos puntos, como las cercanías del peaje de Altube, se llegaron a implantar dos vallas paralelas de 1,20.
Son varias las medidas para impedir la entrada de la fauna silvestre en las autopistas. Especialmente eficaces son los pasos de fauna, obligatorios cuando se trata de nuevas carreteras. Los hay en Azaceta, Ollavarre, Puerto Vitoria y Aiurdin y en Fontecha está previsto construir uno. También se utilizan repelentes o barreras de olor y atrayentes cuando se quiere conducir a los animales a zonas de paso tanto en altura como subterráneas.

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