Las imágenes son tan estremecedoras como elogiables. Un agricultor, subido a su tractor, se juega la vida para contener uno de los frentes del devastador incendio de Méntrida. El vídeo, que ha corrido como la pólvora en redes sociales, muestra el momento exacto en el que este héroe sin capa acelera sobre el terreno mientras el fuego lo persigue, literalmente, a pocos metros de su maquinaria.

Durante los segundos que dura el clip, grabado desde el propio vehículo, se escucha al protagonista exclamar: «Buah, buah, buah… ¡Aquí nos come!». El rugido del motor y el crujido de las llamas componen la banda sonora de una escena cargada de tensión. Mientras trata de levantar una barrera de tierra que frene el avance de las llamas, el fuego le gana terreno. La desesperación se adueña del momento: «¡Uff! ¡Nos come! ¡Nos come! ¡Nos come!», repite con la voz al borde del pánico mientras acelera. Finalmente, consigue escapar.

La valentía que no se graba

Aunque este vídeo se ha hecho viral en TikTok —donde fue compartido por un tercero con el usuario @reydeltrvp—, es solo una muestra de la labor silenciosa de decenas de agricultores que se han sumado a la lucha contra las llamas. En Navalcarnero, uno de los municipios más afectados por el humo del incendio, la solidaridad brotó con la misma fuerza que el fuego: los vecinos se organizaron para salvar vidas, animales y hogares.

Uno de los testimonios recogidos por Telemadrid lo resume con contundencia: «En estos momentos de dificultad es cuando salen de verdad las cosas buenas, las buenas actitudes». Algunos, como Juanjo, cogieron su tractor y, sin dudarlo, hicieron cortafuegos decisivos a escasos metros de las viviendas. Su acción, junto a la llegada de un bulldozer de la Comunidad de Madrid, logró contener el avance del fuego en zonas habitadas.

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3.200 hectáreas arrasadas… y una colilla como posible origen

El incendio, que ha calcinado más de 3.200 hectáreas, comenzó en una cuneta de la carretera entre Valmojado y Méntrida. Las autoridades sospechan que pudo deberse a una colilla arrojada desde un coche. La fuerza del viento avivó las llamas, empujándolas hacia zonas pobladas y obligando a la rápida movilización de vecinos, agricultores y servicios de emergencia.

Muchos de estos agricultores actuaron movidos por la urgencia de proteger a sus animales y sus casas. Uno de ellos, que vive en una construcción de madera en la zona de Los Manzanos, relataba: «Tengo siete perros. Cogí cinco y me los llevé, pero había dos que no podía sacar, un burro, una yegua… Y vi que venía el fuego».

La coordinación vecinal como escudo

Frente a la amenaza, la organización fue clave. «Tenemos un grupo entre los vecinos. Nos organizamos todos y empezamos a movilizarnos para intentar crear el cortafuegos y avisar a todo el mundo», explicaba otro residente. Esa iniciativa vecinal, sumada al trabajo de la UME y los medios terrestres, evitó que las llamas alcanzaran las casas.

En este escenario caótico, el vídeo del tractorista se ha convertido en símbolo de una valentía espontánea, una muestra de cómo el campo, una vez más, planta cara al desastre cuando las instituciones aún están lejos. Agricultores como él, sin uniforme ni reconocimiento oficial, son los que muchas veces contienen la catástrofe con lo que tienen a mano: su maquinaria, su experiencia y su coraje.

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