Desde hace semanas, un campo en las colinas de Gigny-Bussy, en el noreste de Francia, se ha transformado en una estampa insólita. Allí, un agricultor ha decidido regalar más de 500 toneladas de patatas que no logró vender en el mercado. Su gesto, sencillo y a la vez impactante, ha evitado que una enorme cantidad de alimento acabe destruida y ha abierto un debate sobre el desperdicio alimentario y el valor del trabajo rural.

La escena se repite cada día: coches, remolques y furgonetas llegan desde pueblos cercanos para cargar sacos. Familias enteras bajan con cubos y bolsas, los niños corretean entre las montañas de patatas y los mayores llenan los maleteros hasta el tope. «Las patatas no están baratas —explica Christophe, de 68 años, al diario L’Union—. Si puedes conseguirlas gratis, ¿por qué no hacerlo?».

Una medida para evitar el desperdicio

Según ha explicado la alcaldesa de la localidad, Pascale Chevallot, el agricultor tomó esta decisión porque necesitaba vaciar los almacenes antes de la nueva cosecha. Los terrenos, repartidos entre los departamentos de Aube y Marne, acumulan toneladas de patatas sin salida comercial debido al bajo precio de mercado. «Luego se esparcirán por el campo», señaló la regidora, destacando el valor del gesto.

La noticia se ha difundido rápidamente en redes sociales, y el lugar se ha convertido en una especie de punto de encuentro rural. Para algunos vecinos, supone un alivio en tiempos de inflación; para otros, una oportunidad curiosa de participar en una iniciativa solidaria. Dylan, un residente de Saint-Dizier, recuerda que hace dos años recogió 600 kilos y los conservó en su sótano: «Se mantienen bien. Mientras no roce el suelo, seguimos cargando».

Entre la solidaridad y el negocio

Aunque la mayoría acude por necesidad o curiosidad, no todos los visitantes tienen las mismas intenciones. «Algunos los revenden a 15 euros el saco de 20 kilos. Han venido varias veces esta semana», cuenta Marion, vecina de Landricourt. El regalo del agricultor ha derivado, sin pretenderlo, en un pequeño mercado paralelo donde algunos tratan de sacar beneficio.

Pese a estos casos, la iniciativa ha sido celebrada como una muestra de generosidad rural. Christine, del lago du Der, lo resume así: «Hace diez días también recogí patatas en Sapignicourt. Es una idea maravillosa: evita el desperdicio y permite que todos se beneficien». Una frase que sintetiza el espíritu de esta acción, que ha trascendido fronteras y se ha convertido en símbolo de solidaridad en el campo francés.

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