Son maestros de la evasión. Si alguna vez te has preguntado cómo un ciervo es capaz de detectarte incluso cuando crees no haber hecho ruido, la respuesta está en sus sentidos. El oído, la vista y, sobre todo, el olfato están tan perfeccionados por la evolución que les permiten sobrevivir en un entorno donde ser detectado significa morir. Estas son las claves que todo cazador debería conocer para entender por qué los cérvidos parecen tener un sexto sentido en el monte.
La ciencia ha desmentido algunas de las creencias más extendidas sobre estos animales. Por ejemplo, no tienen una vista privilegiada, como muchos piensan, sino todo lo contrario. Sin embargo, eso no los convierte en animales fáciles de sorprender. A continuación te explicamos por qué.
1. Su vista es mucho peor que la tuya
Durante años se ha pensado que los ciervos podían ver al más mínimo movimiento a cientos de metros, pero no es exactamente así. Un estudio de la Universidad de Georgia demostró que su agudeza visual es de 20 sobre 100, frente al 20/20 de los humanos. Esto quiere decir que ven cinco veces menos detalles que nosotros: lo que tú ves a 100 metros, ellos lo perciben a tan solo 20.
Además, su percepción de la profundidad también es deficiente, y tienen dificultades para distinguir los contornos con nitidez en largas distancias. Eso sí, esto no les convierte en animales torpes, porque la vista es solo una pieza del rompecabezas.
2. Detectan el movimiento con precisión milimétrica
Aunque no ven con claridad, los ciervos son excelentes detectando el movimiento. Esto se debe a que sus ojos tienen una franja horizontal de conos en lugar de una zona central como los humanos. Gracias a esta peculiaridad, pueden seguir un objeto en movimiento sin necesidad de mover la cabeza, lo que les da ventaja frente a depredadores y, por supuesto, frente al cazador.
Además, al no fijar su mirada en un punto como nosotros, tienen un campo visual mucho más amplio, lo que les permite detectar cambios sutiles en el entorno con mayor rapidez.
3. Ven mejor en la oscuridad que tú
Su visión nocturna es otra de las grandes bazas de estos animales. Al estar adaptados a la vida crepuscular y nocturna, retienen más luz gracias a una mayor concentración de bastones en la retina, lo que les permite moverse y detectar amenazas con muy poca iluminación. Es por ello que al amanecer o al anochecer siguen siendo igual de difíciles de sorprender.
Muchos encuentros breves en esas horas, en los que apenas ves una silueta alejarse entre la maleza, se explican por esta ventaja visual.
4. Su campo de visión es casi total

Los ojos del ciervo están situados en los laterales de su cabeza, y eso les otorga una visión periférica que roza lo sobrenatural: hasta 300 grados de campo visual. Esta característica les permite vigilar casi todo su entorno sin girar la cabeza, lo que reduce su exposición al peligro.
Solo tienen un pequeño punto ciego en su espalda, pero si algo se mueve frente a ellos, incluso en ángulo lateral, lo detectarán. Esa es una de las razones por las que los acercamientos frontales o desde zonas descubiertas suelen acabar en estampidas.
5. Son casi ciegos al rojo y al naranja
Muchos cazadores se sorprenden al saber que los chalecos de alta visibilidad no suponen una desventaja frente al ciervo. Esto se debe a que estos animales no perciben bien los colores cálidos. Tienen sólo dos tipos de fotopigmentos (verde y azul), mientras que los humanos tenemos tres (verde, azul y rojo), por lo que no distinguen el rojo ni el naranja.
Así, una prenda que para nosotros resalta de forma evidente, para ellos se mimetiza con el entorno. Es una curiosa ventaja que permite garantizar la seguridad sin sacrificar la eficacia en nuestras jornadas.
6. Huelen mil veces mejor que tú
El verdadero «superpoder» del ciervo es su olfato. Tienen un número de receptores olfativos mil veces mayor que el humano, lo que los convierte en verdaderas máquinas de detectar aromas. El olfato es su sentido principal, y lo utilizan no solo para detectar depredadores, sino para comunicarse entre ellos y localizar alimento.
Por eso, más allá del ruido o la ropa, lo que muchas veces delata a un cazador es su olor. Usar el viento a favor no es un consejo: es una regla básica.

7. Pueden detectar tu presencia desde casi un kilómetro
En condiciones óptimas, con humedad y viento adecuados, un ciervo puede detectarte a más de 800 metros solo por el olor. Y no hablamos de un perfume fuerte: basta el olor corporal o el sudor acumulado para que su nariz lo perciba.
Es una distancia asombrosa si se compara con nuestras capacidades, pero encaja con su necesidad de reaccionar con tiempo ante cualquier amenaza potencial.
8. Son capaces de oler seis cosas distintas a la vez
Como si el olfato agudo no fuera suficiente, los ciervos cuentan con una ventaja más: el órgano de Jacobson. Este órgano, situado en el paladar, actúa como una segunda nariz y les permite procesar varios olores al mismo tiempo.
Se calcula que pueden identificar hasta seis aromas simultáneos, y además utilizan una mayor parte del cerebro que nosotros para procesar esa información. Este talento les da una percepción olfativa mucho más rica y precisa que la humana.
9. Oyen como tú… pero con ‘radares’ en la cabeza
En términos generales, los ciervos oyen igual que nosotros, especialmente en frecuencias medias y bajas. Pero tienen dos ventajas: pueden captar sonidos agudos con mayor eficacia y además detectan con rapidez los ruidos que no encajan en su entorno natural, como una tos, un clic o el roce de un tejido.
Y, por supuesto, cuentan con orejas móviles en forma de embudo que giran en diferentes direcciones, actuando como verdaderos ‘radares’. Si ves que sus orejas apuntan hacia ti, probablemente ya te haya detectado. En ese caso, lo mejor es quedarse quieto… y aprender de la experiencia.