El verano es perfecto para tomar un descanso, ir a la playa o la montaña y desconectar del trabajo y el estrés de la ciudad. Sí, sabemos que tú también tratas de olvidar los atascos y evadirte de los problemas del día a día, pero también sabemos que, como buen cazador, el instinto predador no te abandona y lo mismo encaras con el rastrillo del niño a esa gaviota que te ha entrado a huevo en la playa, que imaginas lo bien que vendría esa palmera en tu coto para colocarle un treestand.
1. Madrugar más que nunca
¿Y lo fresquito que se está en el campo en verano al amanecer? Sí, has madrugado más que para ir a trabajar, pero de otro modo el calor no te dejaría disfrutar de lo que más te gusta. Piensa que en un rato estarás tomando el aperitivo en el bar con aire acondicionado.
2. Hacer un máster en repelentes de insectos
Llega el permiso de esperas y te vas ‘a pelo’, sin repelentes ni dispositivos electrónicos con esas pastillas que los ahuyentan… «A mí no me pican», aseguras. Horas después recoges los trastos y llegas a casa con más picaduras que balas. «La próxima no me pasa…». Ya.
3. Cazar los zorros menos ‘zorros’ del año
Ahora que la mayoría de comunidades permiten su control durante la media veda y que muchos de ellos son jóvenes e inexpertos, quizá puedas por fin ganarles la partida. Tu problema es que eres un ‘paquete’ haciendo la chilla, así que prueba con uno de esos reclamos mecánicos que reproducen el lamento de un conejo y se venden en las armerías. Si no te sale muy bien, no te preocupes: en esta época del año está permitido desafinar.
4. Compensar el tiempo robado a la familia
«¿Qué haces este fin de semana?». La respuesta a tu pareja en cualquier otra época del año suele ser la misma: «Me voy de caza». Es el momento de acabar con los remordimientos de conciencia pasando con los tuyos el tiempo que la caza les roba. Si en cambio compartís la misma afición… no sabes lo que tienes en casa.
5. Cazar con el agua a cuestas
El truco ‘ancestral’ de llevar en el morral una botella de agua medio congelada no falla en verano. ¿Y qué me dices de echar al coche la nevera con hielo repleta de refrescos y cervecitas para el almuerzo? Si sacas un paquete de Donettes te salen menos amigos.
6. Ir de rebajas… pensando en el frío
Cuando vas al Decathlon en verano no puedes evitar pasarte por la sección de fin de existencias del pasillo de caza. El año pasado cazaste una ganga, aquel chaleco y los pantalones con hojas y franjas flúor, así que te dejas caer en busca de más chollos con los que completar tu fondo de armario de la próxima temporada.
7. Fallar más de lo habitual
No haber pegado un tiro desde la general puede jugarte una mala pasada. Las primeras torcaces de la media veda te las comes con patatas y lo sabes. «Tengo que meter más la cara», «creo que me estoy dejando los tiros atrás», «estos cartuchos son malísimos». Buscas justificación pero tras la primera caja descubres que lo único que te falta es entrenamiento.
8. Dejarte tentar por la pesca
Sabemos que eres más de carne, pero en verano la cosa cambia. Si no puedes salir al monte con la escopeta al hombro puede que te veas tentado por el ‘segundo plato’. ¿Pescado? ¡Marchando! Cuidado, que engancha.
9. Hacer ese bricocaza que tienes pendiente
Compraste el material porque los de ‘la Jara y Sedal‘ te decían que estaba chupado hacer… y ahí quedó la cosa. Ahora puedes sacar un rato y terminarlo para después puedes presumir de tu DIY (Do It Yourself) ante la cuadrilla y fardar de ser un manitas.
10. Ir a la playa con ‘la’ Jara y Sedal
«¿No puedes dejar la caza ni en las vacaciones?», te espeta tu pareja cuando llegas al apartamento y lo primero que sacas de la maleta es la revista. Tranquilo, a nosotros también nos pasa. Es un vicio.