La primavera trae consigo un milagro de la naturaleza: el nacimiento de los corcinos. Estas crías de corzo, con sus motas blancas y su curiosidad innata, emergen al mundo en un estallido de vida que renueva el monte y las ilusiones de quienes trabajan por la conservación. Para un cazador, el encuentro con un corcino es un momento de profunda reflexión. Es un recordatorio de la fragilidad de la vida y del ciclo continuo de la naturaleza.

Un corcino grabado por una cámara trampa

Desde el 5 hasta el 24 de mayo, una cámara de fototrampeo estratégicamente colocada por el equipo de Jara y Sedal en un paso natural en medio del monte ha sido testigo de la rápida evolución experimentada por un corcino recién nacido. En los primeros clips se le nota frágil. Es normal, acaba de llegar a un mundo que le es completamente desconocido.

Sin embargo, a medida que pasan los días se observa cómo gana confianza, estabilidad y por supuesto, descaro. Sin separarse de su madre y maestra, no tarda en lanzar las primeras carreras y saltos y prepararse así para la vida nueva que le espera en el monte. Sin duda un documento entrañable y que gracias a las cámaras de fototrampeo podemos disfrutar.

Un corcino en una foto de archivo. © Israel Hernández

Ni se te ocurra tocarlos

En estas fechas los corcinos ya siguen a su madre con ligereza y celo y es extraño encontrar alguno todavía escondido entre el pasto. Sin embargo, no cuesta nada recordar de cara a las temporadas que están por venir que no debes molestarlos ni tocarlos.


Una cámara trampa pilla in fraganti a un zorro con un corcino en su boca


Desde la Asociación del Corzo Español llevan años poniendo en marcha su campaña para evitar que los corcinos que permanecen tumbados en la hierba para protegerse de los depredadores durante las primeras semanas de vida mueran al ser recogidos o tocados por personas que los encuentren. Estos animales no están abandonados, ya que su madre –siempre de manera discreta- los observa constantemente.

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