Han sido 20 días de una dedicada labor que demuestra, sin lugar a dudas, el amor y el respeto por los animales. Gabriel Soraluce, un gran aficionado a la caza de becada, le ha salvado la vida a un ejemplar de esa especie después de pensar que la había abatido.
La historia entre ambos comenzó el día 22 de enero del pasado 2023 en Beruete, un pueblo ubicado al norte de Navarra. Tal y como el propio cazador ha contado al equipo de Jara y Sedal, estaba «disfrutando de una jornada de caza» con sus perros cuando le mostraron una pareja de becadas que se encontraba por la zona.
Una de ellas fue abatida y la segunda, «tras varios levantes», también cayó. A pesar de ello, en el momento en el que fue a cogerla se dio cuenta de que «estaba muy viva».
Casi un mes salvando la vida del ave
«Decidí llevármela a casa para intentar recuperarla aunque todos me decían que iba a ser muy difícil y que en menos de una semana se mueren por estrés o por no alimentarla demasiado», ha recordado Gabriel.
El primer día, la becada no quería comer y, ante ello, el cazador intentó darle lombrices, pero sin éxito. «Al segundo día», ha continuado, «tras mucho rato tanteándole el pico con una lombriz, me la cogió y se la comió. Muy emocionado empecé a alimentarla todo lo que podía ya que comen un montón. Mi objetivo era que no perdiera peso».
Un compañero le aconsejó que alimentase al ave con gusanos de la harina «que se venden en cualquier tienda de animales y son más baratos». Lo que Gabriel hacía era comprar tuppers de lombrices de Decathlon y consideraba que eso «iba a ser la ruina».
«Poco a poco vi que iba cogiendo fuerzas», ha destacado sobre la becada. «Para el día cuatro ya vi que intentaba alzar el vuelo y con un poco de ayuda conseguí que estirase las alas aterrizando en el suelo desde mi mano, a una altura de medio metro», ha contado.
El Proyecto Becada para garantizar la conservación de la especie alcanza los 300 cazadores colaboradores
Conforme iban pasando los días, «la iba soltando y haciéndole volar desde más altura, haciéndole ejercitar las alas cada vez más». Fue el día nueve cuando logró hacer su primer vuelo ella sola y, además, de manera ascendente.
«Cada vez volaba más hasta que llegó el día 20 y lo hacía perfectamente», ha recalcado. Fue entonces, el 12 de febrero de 2023, cuando Gabriel decidió devolverla al monte. «Al soltarla, se paró a unos 15 metros mirándome y al poco alzó otra vez el vuelo y se fue cruzando la ladera», ha concluido recordando cómo consiguió devolverla al monte sana y salva.