El corzo es un animal que muchos admiramos. Son listos, astutos y capaces de desplazarse por el monte más espeso sin producir un solo ruido. Para muchos se trata de un animal casi angelical, con cara de niño bueno pero sus rasgos amables no nos deben hacer olvidar que estamos ante una de las especies más agresivas de cuantas pueblan nuestros montes.
Un ejemplo claro de esta actitud imponente y descarada es la noticia que ha salido publicada en el medio francés Chasse Passion en la que se explica el ataque sufrido por tres adolescentes galos a manos de un corzo especialmente violento, en el municipio de Barzy-en-Thiérache, al norte de Francia.
Un corzo más agresivo de la cuenta
Como refleja el citado medio francés, el lunes 29 de abril, un grupo de adolescentes denunció haber sido atacado en el departamento de Aisne. Esta vez, el ataque no fue perpetrado por los numerosos jabalíes que sacuden de forma constante la zona, sino por un macho de corzo, que se comportó de forma muy agresiva en cuanto descubrió la presencia de los jóvenes.
Tres de los cuatro adolescentes atacados por el animal fueron trasladados por los bomberos al hospital de Saint-Quentin para ser examinados. A pesar de que las heridas son superficiales, los adolescentes están conmocionados tras haber sido atacados de esta manera por un animal que, según lo que ellos pensaban, era afable y hasta cariñoso…
Otro ataque violento con un macho como protagonista
El vídeo que te mostramos a continuación es otra prueba evidente de que los corzos son animales salvajes y que jamás hay que perderles el respeto.
El vídeo que te mostramos a continuación da muestras de que con los animales silvestres no se juega o de lo contrario puedes resultar herido. Un hombre, que se encuentra en el campo junto a otras dos personas, graba a un corzo siberiano con dos largas cuernas en una zona del monte. La persona intenta reclamarlo para atraer la atención del pequeño cérvido, y lo logra de tal forma que éste les ataca.
Un corzo ataca a un cazador y su perra le defiende
El corzo derriba al hombre que graba las imágenes, lo zarandea e incluso logra clavar una de sus cuernas en su pantalón, agujereándolo. Mientras tanto, este último no para de grabar ante los gritos de pavor de la mujer que le acompaña.