El vídeo, grabado por un usuario de Facebook y compartido con el nombre de William Wallace, ha llamado la atención de miles de internautas. En las imágenes se puede ver cómo dos siluros se acercan sigilosamente a un grupo de palomas que beben en la orilla del río Ebro, justo frente a la emblemática Basílica del Pilar, en pleno centro de Zaragoza.
«Estamos junto a la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Río Ebro. Zaragoza. Y mirad. Mirad dos siluros que hay ahí acechando a las palomas que bajan a beber agua», comenta el autor del vídeo mientras apunta la cámara hacia la superficie, donde las sombras de los gigantescos peces se mueven lentamente entre las piedras.
Aunque el clip termina sin que se produzca ningún ataque, la escena no es nueva. Los siluros del Ebro —una especie introducida en los años setenta— se han ganado fama de depredadores oportunistas capaces de devorar desde peces hasta pequeñas aves que se acercan a beber.
Un comportamiento documentado desde hace años
Ya en 2020, Jara y Sedal publicó un vídeo que mostraba con claridad cómo uno de estos enormes peces cazaba una paloma con un movimiento rápido y preciso, arrastrándola bajo el agua en cuestión de segundos. Este comportamiento, aunque inusual, ha sido documentado por investigadores franceses y españoles, que lo atribuyen a la gran adaptabilidad del siluro a distintos tipos de presas.
El siluro (Silurus glanis) puede superar los dos metros y medio de longitud y los cien kilos de peso. Su presencia en el Ebro ha generado un intenso debate entre pescadores y ecologistas. Mientras unos lo consideran un desafío deportivo único, otros alertan del impacto ecológico que supone la proliferación de una especie invasora que desplaza a peces autóctonos como la carpa o el barbo.
Impacto y fascinación en redes sociales
El vídeo difundido en Facebook ha superado los mil seiscientos “me gusta” y cientos de comentarios que oscilan entre la sorpresa y la preocupación. Algunos usuarios califican a los siluros de “monstruos del río”, mientras otros se limitan a admirar su tamaño y su aparente inteligencia a la hora de esperar a sus presas.
El fenómeno no es exclusivo de Zaragoza. En otras zonas del curso medio del Ebro se han grabado escenas similares, sobre todo durante los meses de verano, cuando las palomas bajan en grandes grupos a refrescarse. Todo apunta a que estos gigantes acuáticos han aprendido a aprovechar el momento exacto en que las aves se confían para lanzar su ataque.
Los expertos insisten en que se trata de una estrategia aprendida y cada vez más frecuente entre ejemplares de gran tamaño. Aunque no supone peligro alguno para las personas, el comportamiento de los siluros sigue despertando curiosidad y cierta inquietud entre quienes los observan acechar bajo las aguas turbias del Ebro.
¿Un ejemplar adulto podría comerse a un perro?
Muchos de los comentarios al vídeo alertan del problema y el vídeo compartido, aunque aparentemente anecdótico, se convierte así en un reflejo de una realidad preocupante: la colonización silenciosa del siluro en nuevos tramos fluviales y el peligro que supone para los ecosistemas ibéricos.
Los siluros adultos pueden alcanzar dimensiones tan grandes que incluso se ha documentado que pueden depredar sobre animales como palomas, como es el caso, o incluso algún que otro animal pequeño como un perro. Este fue el caso de un fox terrier devorado por un siluro en el río Tiétar en Cáceres en 2018, según relató la sobrina del propietario.
