El pasado verano, la Sierra de la Culebra zamorana ardía en uno de los incendios más catastróficos de la historia de España. Y, con ella, ardían también los corazones de los cazadores que pueblan este lugar y los de otros amantes del mundo cinegético de otras zonas de la geografía nacional que acuden a cazar aquí.
Uno de los cazadores afectados fue José Manuel Taboada, miembro de la Sociedad de Cazadores ‘Barmalo’, de Ferreras de Abajo, localidad que sufrió uno de los primeros focos del incendio. A pesar de lo grave de la situación, entonces decidió en echarse al monte para ayudar a los animales.
Pero las consecuencias del fuego no acabaron ahí: en el coto, que cuenta con una treintena de socios y 1.200 hectáreas de terreno en las que aportaron entonces agua y alimento para que comiese la fauna silvestre del lugar en los momentos más graves del incendio, ya no se podrá practicar la actividad cinegética durante unos años.
Taboada, que ha contactado con la redacción de Jara y Sedal, explica ahora que durante meses, y tras explicar la situación a varios acotados de los alrededores, éstos les habían negado la entrada, la mayoría por haber alcanzado el número total de socios. Pero ha habido uno que les ha acogido con los brazos abiertos: el de Bretó de la Rivera, en la misma provincia zamorana y a 33 kilómetros de la localidad de Ferreras de Abajo.
«Nos ofrecieron sus tarjetas a precio de socio»
«En esta zona ha llovido muchísimo, ha nevado y empieza a salir hierba, pero en el coto nuestro lógicamente no se puede cazar; por ello, tras hablar con muchos cotos que nos dijeron que no podían acogernos, éste sí lo hizo con los brazos abiertos. Otros daban largas, pero cuando nuestro caso llegó a oídas del presidente de Bretó y del alcalde del pueblo, José Luis, nos ofrecieron sus tarjetas a precio de socio», explica aún emocionado el cazador.
Con hechos como este, el recuerdo del drama acontecido en los incendios de la Sierra de la Culebra, de la solidaridad del mundo rural, del compromiso de las personas anónimas y cazadores y de la voluntad inquebrantable de los que la amaban por recuperarla, se digiere de un modo diferente.