El proyecto de ley de reforma del Código Penal impulsado por el Gobierno no supone solo una grave amenaza para el mundo rural en general y para la caza y la pesca en particular, sino para los 47 millones de personas que habitan en este país. El trasfondo de esta reforma es extender la consideración de maltrato animal de los animales domésticos a todos los vertebrados, algo que Manuel Gallardo, presidente de la Real Federación Española de Caza (RFEC), denunció el pasado viernes durante su intervención en la Comisión de Derechos Sociales y Políticas Integrales de la Discapacidad del Congreso de los Diputados, donde compareció junto a otros expertos para analizar el proyecto de Ley de Bienestar Animal del Gobierno.
Gallardo comenzó exponiendo que este proyecto de ley de modificación del Código Penal «es de todo punto improcedente» porque la fauna ya cuenta con un severo régimen de protección establecido en los artículos del 334 al 340 del Código Penal o la Ley 4/1989, de Flora y Fauna Silvestre o la Ley 42/2007, de Patrimonio Natural y la Biodiversidad. Por tanto, «parece una sobrerregulación lo que se pretende con este proyecto de ley». «Que todas las lesiones que se puedan causar a un animal, de cualquier tipo, sea un ilícito penal, es injustificada», añadía el presidente de la RFEC, para quien no es asumible el hecho de que la consideración de los delitos de maltrato animal se extienda a todos los animales vertebrados sin excepción y no solo a los domésticos, como en la actualidad.
El ejemplo del ratón que entra en tu casa
Tras esas palabras, Gallardo presentaba el siguiente ejemplo: «Si un ratón entra en la casa de alguno de ustedes y le causan una lesión, por ejemplo, la rotura de una pata, la pena que se impondría sería de 3 a 18 meses de prisión. Si tienen la mala suerte de matarlo, nos iríamos a una pena de entre 12 y 24 meses, pero si además le han dado con la escoba (instrumento) y han repetido el escobazo (ensañamiento) la pena sería la superior en grado y entraría directamente a la cárcel», exponía Gallardo.
«Por no hablar de que alguien mate un pollo de su gallinero para comérselo. O la investigación que habrá que abrir cuando se atropelle a algún erizo para averiguar si fue un accidente o un crimen. Y así podríamos poner decenas de ejemplos que si no fuese por la gravedad de lo que aquí tratamos sería hilarante», detallaba.
«Nos encontramos ante una ofensiva animalista que ha encontrado el camino para imponernos su particular ideología»
En definitiva, afirmó Gallardo, «nos encontramos ante una ofensiva animalista que ha encontrado el camino para imponernos su particular ideología, a través del imperio de ley». Y ponía en valor que «actualmente las penas por matar a un animal no son en absoluto leves: dieciocho meses de prisión dan fe de ello. Parece que la aspiración del promotor de esta ley es que la persona que dé muerte a cualquier animal, ingrese en prisión y eso es algo desproporcionado», criticaba.