Un grupo de científicos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de Cataluña (IRTA-CReSA), junto a expertos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje (SEFaS), ha documentado por primera vez en España —y en Europa occidental— casos clínicos mortales de toxoplasmosis en liebres europeas (Lepus europaeus). Los hallazgos, publicados en la revista European Journal of Wildlife Research, revelan que esta especie podría ser extremadamente susceptible a esta enfermedad parasitaria.
El estudio incluye múltiples casos documentados entre 2013 y 2023 dentro del Programa de Vigilancia Pasiva de Fauna Silvestre en Cataluña. Varios de los animales fueron recogidos por cazadores y agentes rurales tras ser hallados muertos en distintos puntos del territorio, especialmente en la provincia de Lleida. Al realizarles necropsias completas, los investigadores detectaron lesiones multiorgánicas graves, como inflamación del hígado y del bazo, focos de necrosis tisular, edema pulmonar y daño severo en órganos clave. Estos hallazgos, combinados con análisis histopatológicos y técnicas moleculares, permitieron identificar al agente responsable: Toxoplasma gondii.
Una enfermedad silenciosa y letal
Toxoplasma gondii es un parásito protozoo intracelular que puede infectar a casi todos los mamíferos y aves, aunque su hospedador definitivo son los félidos —principalmente el gato doméstico—, que eliminan los ooquistes infecciosos a través de las heces. En el medio natural, la infección se produce cuando un animal ingiere estos ooquistes presentes en suelo, agua o vegetación contaminada.
En la mayoría de las especies, la toxoplasmosis suele cursar de forma subclínica o leve. Sin embargo, en el caso de las liebres estudiadas, la infección se mostró absolutamente letal. Los investigadores destacan que este hallazgo demuestra una alta susceptibilidad de esta especie al parásito, algo ya observado en ejemplares de liebres árticas en Groenlandia, pero nunca documentado antes en Europa occidental.
Lo más preocupante es que, a pesar de que el parásito está presente de forma muy extendida en el medio, la exposición detectada en las liebres fue mínima: solo 4 de los 231 ejemplares analizados (1,73 %) dieron positivo en anticuerpos frente a T. gondii. Esta baja seroprevalencia indica que el contacto con el parásito es ocasional, pero que cuando ocurre, la probabilidad de que termine en la muerte del animal es muy alta.
Los gatos asilvestrados, posibles transmisores
En los casos clínicos estudiados, los investigadores aislaron una cepa del genotipo tipo II (ToxoDB#3), una de las variantes más comunes en Europa, habitualmente presente en animales domésticos. Su detección en liebres silvestres refuerza la hipótesis de que los gatos asilvestrados o domésticos podrían estar actuando como puente epidemiológico, eliminando ooquistes en zonas rurales o agrícolas donde después se contagian las liebres.
Las zonas húmedas o regadíos intensivos, junto a una creciente urbanización del entorno rural, favorecen indirectamente la presencia de este tipo de contaminantes biológicos en ecosistemas que hasta ahora habían estado libres de ellos. Esto representa una nueva amenaza para una especie cinegética clave y ya afectada por otras enfermedades como la mixomatosis o el virus hemorrágico.
Los autores del estudio advierten de que estos hallazgos deben servir de punto de partida para implementar programas de vigilancia sanitaria en fauna silvestre, especialmente en especies sensibles o en retroceso poblacional. Insisten en que los gestores deben integrar la salud ecosistémica dentro de sus decisiones, porque lo que afecta a la fauna termina repercutiendo en toda la cadena trófica.
Un riesgo también para los humanos
La toxoplasmosis no solo afecta a la fauna. Se trata de una zoonosis reconocida, es decir, una enfermedad que puede transmitirse de animales a personas. En humanos, suele pasar inadvertida en la mayoría de los casos, pero puede ser grave en personas inmunodeprimidas y especialmente peligrosa para mujeres embarazadas, ya que puede causar aborto, malformaciones congénitas o secuelas neurológicas graves en el feto si la infección se produce durante la gestación.
Los expertos recuerdan que el consumo de carne de caza mal cocinada o la manipulación de vísceras sin guantes pueden ser vías de contagio. Por ello, además de las implicaciones ecológicas, este descubrimiento tiene también una dimensión sanitaria y preventiva, y refuerza la necesidad de vigilancia, bioseguridad y educación ambiental en la gestión cinegética.
