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Extremadura da la espalda al animalismo anticaza: PACMA se estrella en las urnas

Javier Luna, presidente de PACMA, durante el debate público previo a las elecciones. © Instagram

Las elecciones autonómicas celebradas este domingo en Extremadura han dejado un mapa político muy definido y, al mismo tiempo, han confirmado una tendencia que se repite elección tras elección: el animalismo político anticaza no conecta con el electorado. El Partido Animalista PACMA ha sufrido un nuevo batacazo en las urnas y ha vuelto a quedarse fuera de la una asamblea, en este caso la de Extremadura.

PACMA apenas ha logrado 2.275 votos, el 0,43 % del total, una cifra residual que le sitúa muy lejos de cualquier opción de representación parlamentaria. El resultado contrasta con el fuerte peso del mundo rural en Extremadura y refuerza la idea de que los discursos frontalmente contrarios a la caza no encuentran respaldo social en la región.

La jornada electoral estuvo marcada por la victoria del Partido Popular, que obtuvo 29 escaños, uno más que en 2023, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta, y por el hundimiento del PSOE, que perdió diez diputados y se quedó en 18. Vox fue el partido que más creció, pasando de cinco a once escaños, consolidando su presencia en numerosos municipios.

Un mensaje que no cala en el mundo rural

El fracaso de PACMA no puede entenderse al margen del contexto social extremeño. La comunidad autónoma es una de las regiones con mayor tradición cinegética de España y donde la caza está profundamente arraigada como actividad económica, cultural y de gestión del medio natural.

Mientras otras formaciones lograban movilizar a sus votantes con discursos vinculados al territorio, el empleo y los servicios públicos, el partido animalista volvió a presentarse con un mensaje que no convenció a nadie.

El contraste es evidente si se compara con el ascenso de Vox, que logró 89.360 votos y un 16,9 % del apoyo, o con PODEMOS-IU-AV, que subió hasta los siete escaños. PACMA quedó incluso por detrás de formaciones sin implantación territorial relevante.

Una cadena de fracasos que se repite en toda España

El batacazo de PACMA en Extremadura no es un hecho aislado, sino un nuevo episodio de una caída electoral prolongada que el partido animalista arrastra desde hace años. Lejos de consolidar su espacio político, los últimos procesos electorales han ido confirmando que su propuesta es cada vez más minoritaria y pierde apoyos de forma constante.

El ejemplo más reciente llegó en las elecciones europeas de junio de 2024, donde PACMA firmó su peor resultado en unos comicios europeos en los últimos 15 años. La formación apenas alcanzó 134.425 votos en toda España, un 0,77 % del total, lo que supuso perder más de la mitad de los apoyos que había logrado en 2019, cuando superó las 294.000 papeletas.

La propia candidata del partido al Parlamento Europeo, Cristina García, reconoció públicamente el golpe tras conocer los resultados. «En absoluto son los resultados que esperábamos. De hecho, son mucho peores», admitió, asumiendo que las cifras no se correspondían con las previsiones que manejaba la formación y anunciando un proceso de autocrítica interna.

Antes de ese revés, PACMA ya había encadenado otros sonoros fracasos en el ámbito autonómico. En las elecciones de Castilla y León de 2022, el partido obtuvo apenas 6.225 votos, casi un 30 % menos que en los comicios anteriores, quedando de nuevo fuera de las instituciones en una comunidad con fuerte peso del mundo rural y cinegético.

Ese resultado se sumó a los malos datos cosechados en Madrid, Cataluña o en las últimas elecciones generales, donde el partido animalista registró su peor resultado desde 2015. En algunos territorios, incluso, optó por no presentar candidatura, evidenciando sus dificultades para sostener una estructura territorial sólida.

El nuevo fracaso en Extremadura vuelve a confirmar una tendencia clara: el discurso animalista anticaza no logra respaldo social en regiones rurales, donde la gestión del medio natural, la ganadería y la actividad cinegética forman parte esencial del territorio. Una realidad que las urnas se empeñan en recordar elección tras elección.

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