Una de las amenazas para la conservación de aves silvestres en nuestro país es la intensificación agrícola y el uso de plaguicidas, algo que hemos ido reseñando en este medio en los últimos años. Esta práctica consiste en tratar las semillas de siembra con productos insecticidas y fungicidas para evitar la necesidad de fumigar los campos durante las etapas iniciales del cultivo, algo que merma poblaciones de especies cinegéticas y pone en jaque su futuro, ya que las semillas de siembra constituyen una parte considerable de la dieta de las aves durante el otoño e invierno debido a la escasez de alimento natural en esta época.
En estudios anteriores desarrollados en el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) se ha demostrado que la ingestión de semillas de cereal tratadas con estos compuestos puede causar efectos tóxicos crónicos sobre la reproducción en la perdiz roja y, por tanto, una exposición prolongada podría comprometer la viabilidad de sus poblaciones. Hay que tener en cuenta que los fungicidas triazoles son los plaguicidas más utilizados para el tratamiento de semillas, siendo el tebuconazol el más empleado en España.
Un método no invasivo con el fin de monitorizar la exposición de las aves silvestres a tres fungicidas triazoles
Ahora, y gracias a los proyectos Agroperdiz y REGRESEEDS desarrollados por el Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del IREC, se ha realizado un experimento para desarrollar un método no invasivo con el fin de monitorizar la exposición de las aves silvestres a tres fungicidas triazoles ampliamente utilizados como tratamientos de semillas, utilizando a la perdiz roja (Alectoris rufa) como modelo de estudio.
Según expone en una nota de prensa el propio IREC, para ello se alimentaron experimentalmente perdices rojas con semillas tratadas a dosis comerciales de tres fungicidas triazoles: el tebuconazol, el protioconazol, y el flutriafol. Posteriormente, se evaluó la detectabilidad de los compuestos y sus metabolitos en dos tipos de muestras de heces (de recto y de ciego), tanto al concluir la exposición como 7 días después. Por otro lado, los científicos también buscaron la presencia de fungicidas en el contenido digestivo de algunas de las perdices expuestas para conocer cómo se relacionan las concentraciones en dicho contenido digestivo con las presentes en las heces y así poder estimar la exposición oral de manera indirecta a partir del análisis de heces. Finalmente, para determinar la aplicabilidad del método no invasivo en un escenario real, se analizaron muestras de heces de perdices rojas recogidas en el campo durante la época de siembra.
© IREC
Según detalla en la nota el propio IREC, los resultados del estudio revelaron que el análisis de heces es un buen método para monitorizar la exposición reciente en aves a los triazoles. Los residuos sólo se detectaron en las heces recogidas inmediatamente después de la exposición al plaguicida. El protionconazol se detectó bien en heces, tanto de ciego (93,3%) como de recto (73,3%), mientras que el tebuconazol apareció fundamentalmente en heces de recto (80%).
El flutriafol, el fungicida menos detectado en su forma original
El flutriafol fue el fungicida menos detectado en su forma original (28,4% de las heces de recto, 40% de las heces de ciego), lo cual se relaciona con la capacidad de las aves de metabolizarlo en mayor medida que los otros dos, como prueba que las perdices expuestas a flutriafol fueron aquellas en las que la detección del metabolito 1,2,4-triazol fue mayor (60% de las heces de recto).
El 18,6% de las muestras de perdices silvestres presentaron niveles detectables de tebuconazol
Por otro lado, el 18,6% de las muestras de perdices silvestres presentaron niveles detectables de tebuconazol. Al aplicar la relación entre la detección de este fungicida en heces y contenido digestivo observada durante el experimento, el análisis de heces de las perdices silvestres condujo a la estimación de que el 22,3% de los animales habrían ingerido recientemente semillas tratadas con tebuconazol. Asimismo, utilizando los resultados obtenidos experimentalmente, se estimó una concentración media de 246 ng/g en mollejas de perdices silvestres, siendo consistente con las concentraciones halladas en estudios previos en las mollejas de perdices cazadas de la misma región.
Según sigue detallando el IREC, este estudio pone de manifiesto la importancia de desarrollar investigaciones para determinar la eficacia de métodos no invasivos para monitorizar la exposición a plaguicidas en la fauna silvestre, ya que pueden existir factores que pueden influir en la detección de estos compuestos, como la biodisponibilidad y el metabolismo de los plaguicidas en organismos expuestos. El amplio uso de triazoles para el tratamiento de semillas de siembra y los riesgos reconocidos que esta práctica agrícola supone para las aves granívoras apoyan la necesidad de desarrollar herramientas de monitorización para poder realizar una evaluación del riesgo real de estos productos en el ambiente una vez han sido aprobados para su uso comercial.