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Más de 27 millones: la inversión silenciosa de los cazadores para dar agua a la fauna cada verano

Cazadores rellenan una balsa de agua.

En los meses más duros del verano, cuando el calor aprieta y la sequía azota buena parte de España, los animales salvajes encuentran cada vez más dificultades para acceder al agua. En este contexto, el papel de los cazadores está siendo crucial: la instalación y mantenimiento de puntos de agua artificiales no solo permite la supervivencia de especies cinegéticas, sino que mejora el bienestar de toda la fauna silvestre. Así lo confirma el Estudio del impacto económico, social y ambiental de la actividad cinegética en España en el año 2023, que pone cifras concretas a esta labor silenciosa.

Solo en 2023, los titulares y gestores de coto invirtieron 17,88 millones de euros en la gestión de puntos de agua, mientras que los organizadores de cacerías aportaron otros 9,24 millones. En total, más de 27 millones de euros destinados a asegurar que especies cinegéticas como el jabalí, el corzo, la liebre y otras muchas especies protegidas como el lince ibérico tengan acceso al agua durante los periodos críticos del calendario.

Inversiones en infraestructura/actividades para la conservación medioambiental por parte de titulares/gestores de cotos y organizadores
de cacerías, 2023. © Deloitte

Además de rellenar bebederos, los cazadores limpian y vigilan regularmente estos puntos, lo que implica un compromiso constante con el entorno. Esta tarea se desarrolla de forma prácticamente anónima, sin ayudas públicas, y con un gran esfuerzo humano y económico.

Un lince bebe en una charca. © Shutterstock

¿Cuánta agua necesita cada especie?

Aunque no existen muchos estudios concretos sobre las necesidades hídricas de la fauna silvestre, algunas estimaciones indican que los animales requieren, de media, unos 100 mililitros por kilo de peso vivo al día. Este dato puede variar enormemente en función de la especie.

Por ejemplo, el corzo, debido a su metabolismo acelerado y a su sistema digestivo más simple, necesita beber varias veces al día. En cambio, animales como el jabalí o el ciervo pueden espaciar más sus visitas al bebedero, aunque este último también depende de los puntos de agua para revolcarse en barro y regular su temperatura.

Especies mejor adaptadas a la sequía

Otras especies, como el muflón, la cabra montés o el arruí, presentan una mayor tolerancia a la escasez hídrica. De hecho, pueden llegar a necesitar hasta un 50% menos de agua que los cérvidos de similar tamaño. Esta adaptación les permite resistir mejor en entornos secos o de alta montaña.

En el caso de la caza menor, como el conejo, la perdiz o la liebre, se ha demostrado que pueden aguantar varios días sin beber incluso cuando consumen alimento seco. Sin embargo, la falta de agua impacta directamente en su reproducción y en la supervivencia de las crías, por lo que estos puntos de agua siguen siendo fundamentales.

Una perdiz y sus pollos beben agua. © Shutterstock

Un impacto silencioso pero vital

Más allá de la caza, lo que mucha gente desconoce es que la existencia de estos bebederos beneficia a numerosas especies no cinegéticas, como aves, anfibios y reptiles. Además, contribuyen a frenar los incendios forestales al mantener zonas húmedas y mejorar el equilibrio del ecosistema.

Gracias a este esfuerzo, los cazadores no solo practican una actividad legal y reglada, sino que también se convierten en agentes activos en la conservación del medio natural. El estudio demuestra que, lejos de las críticas infundadas, su papel es clave para garantizar la biodiversidad y preservar la vida en nuestros montes.

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