Investigadores de la Universidad de Granada han realizado y han publicado recientemente un nuevo estudio basado en el análisis de la dinámica de transmisión de Leishmania infantum. En este sentido, sugirieron la participación de los conejos como reservorios silvestres.
Para llevar a cabo este trabajo, los autores han desarrollado diversas investigaciones en la provincia de Granada a lo largo del periodo octubre-noviembre de 2018-2019. Durante esas fechas, la abundancia de conejos silvestres cambió de muy baja a muy alta en todas las regiones naturales.
En total analizaron 314 conejos salvajes capturados en diferentes cotos de caza. De esta forma, evaluaron cualitativa y cuantitativamente el ADN extraído de secciones de piel para detectar infección por L. infantum, utilizando un PCR-ELISA de L. infantum y GRANALEISH Multiplex qPCR.
Los resultados del estudio
En cuanto a la prevalencia de infección en el reservorio de conejo salvaje, esta fue del 86% para las primeras técnicas mencionadas. Para la PCR-ELISA, en cambio, fue del 75,8%. Cabe destacar que tan solo el 14% de los 314 conejos salvajes analizados dieron negativo en las tres secciones de tejido con las dos técnicas de PCR empleadas.
Continuando con los resultados del estudio, también es de relevancia que los investigadores encontraron una correlación positiva entre la carga parasitaria de la piel en conejos silvestres y la incidencia en humanos, coincidiendo la presencia de los mismos genotipos de L. infantum.
Esto sirvió para contar con nuevos datos epidemiológicos y base biológica para considerar a los conejos silvestres como un reservorio relevante de L. infantum.
Cazan a un individuo con una furgoneta llena de conejos vivos que vendía ilegalmente a cotos de caza
Los autores del reciente trabajo han asegurado que «los huéspedes con una mayor carga de parásitos en la piel, como los conejos examinados en este estudio, tienen un mayor potencial para propagar la enfermedad, por lo que los flebotomos tienen un mayor riesgo de infectarse cuando se exponen a ellos».
«La existencia de subpoblaciones de conejos salvajes superpropagadores apoyaría la agrupación espacial de los casos clínicos de leishmaniasis en el sureste de España», han añadido.