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El nuevo sistema digital de caza provoca el caos en el inicio de la temporada en Castilla y León

Un cazador junto a un jabalí recién abatido. © Israel Hernández

El sistema digital CapturCYL, implantado por la Junta de Castilla y León para sustituir los tradicionales precintos físicos, ya provocó un auténtico desastre el pasado mes de abril, cuando se puso en marcha coincidiendo con el inicio de la temporada del corzo. Ahora, con la apertura de la temporada general de caza, el caos ha vuelto a reproducirse, dejando de nuevo a cazadores y gestores en una situación de confusión y frustración generalizada.

En su estreno los problemas no tardaron en llegar. La aplicación colapsó, los servidores se saturaron y cientos de cazadores se encontraron bloqueados sin poder registrar sus capturas. Los agentes medioambientales, incapaces de verificar los precintos digitales, tuvieron que recurrir a levantar actas a mano, volviendo de facto al sistema analógico que se pretendía abandonar.

Fallos técnicos y desinformación

El mal funcionamiento en abril de CapturCYL no fue un hecho aislado. Primero afectó a los usuarios de iPhone, después a los de Android, y ni siquiera una actualización urgente logró corregir los errores. Desde el inicio del periodo de corzo, la situación se tornó caótica, con gestores desbordados y sociedades de cazadores sin saber cómo cumplir con la normativa.

© JyS

La Junta defendió que el sistema permitiría un control más ágil y transparente de los precintos, pero la realidad ha sido otra. El intento de digitalización ha chocado con la falta de conectividad en el campo y con una generación de cazadores que, con una media de edad cada día superior, no está habituada a este tipo de trámites digitales.

La temporada general agrava el problema

Con la llegada de la temporada general y las primeras monterías y batidas, el caos se ha multiplicado. Magdalena, cazadora y usuaria de la plataforma, explica a Jara y Sedal que el sistema no solo está generando muchas dudas, sino que además expone datos personales. «Para dar de alta a los cazadores tengo que introducir nombres, apellidos y DNI. Antes todo era anónimo y no entiendo por qué ahora esta información debe estar disponible para la administración o quien pueda acceder a ella», lamenta.

Lo más preocupante, según la cazadora, es que «no habían contemplado que pudiera darse el caso de no cazar nada. No era posible registrar cero jabalíes». Una carencia que, advierte, puede llevar a errores administrativos o incluso a incumplimientos involuntarios de la normativa.

Un cazador observa su teléfono móvil. © Israel Hernández

Un sistema poco adaptado a la realidad del campo

La aplicación también presenta graves dificultades en las modalidades de caza del jabalí al salto o en mano, donde los cazadores —de tener un límite de jornadas autorizadas en el plan técnico— deben darse de alta y de baja cada jornada. «Esto, en sociedades con cientos de socios, es prácticamente inviable. Si alguien olvida darse de baja, se podría dar el caso de consumir días de caza autorizados sin haber salido al campo», denuncia.

Magdalena añade que el sistema alternativo en papel tampoco resuelve el problema: requiere duplicar autorizaciones para distintas modalidades y genera un control caótico cuando las jornadas se suspenden o deben reprogramarse.

Otro fallo importante es la desconexión entre los servicios territoriales de caza y la plataforma CapturCYL. Magdalena advierte que, antes, a la hora de modificar fechas o suspender una batida, se podía comunicar a través del registro electrónico habilitado por la Junta, pero ahora hay que hacerlo por dos vías diferentes: por el modelo antiguo y en la nueva plataforma. «El trabajo es doble».

La Federación de Caza también alza la voz

Óscar Hernández Bruno, miembro de la junta directiva de la Federación de Caza de Castilla y León y responsable del área de comunicación, comparte las críticas. «La sensación es que se ha hecho de manera premeditada. No entiendo cómo algo que se podía haber desarrollado con calma se ha puesto en marcha así», sostiene. Reconoce que el objetivo de ahorrar los costes de gestión de los 65.000 precintos físicos era comprensible, pero insiste: «No puede hacerse veinte días antes de la apertura del corzo».

La Federación pidió mantener ambos sistemas —el digital y el tradicional— durante un tiempo para facilitar la transición. «Les pedimos que estuviéramos unos años con los dos sistemas para ir testeándolo», afirma Hernández Bruno. «Pero no nos hicieron caso».

Cazador colocando un antiguo precinto físico de Castilla y León. © Israel Hernández

La existencia finalmente de una alternativa analógica al nuevo sistema digital no fue una concesión espontánea de la Administración, sino el resultado directo de la presión ejercida por la Federación de Caza de Castilla y León, que exigió a la Junta una opción de respaldo ante los fallos de la aplicación. De ahí nació la autorización en papel, una solución provisional y frágil que se implantó a contrarreloj, sin tiempo —ni voluntad— para desarrollar una alternativa más sólida.

Posibles acciones legales y peticiones de cambio

El descontento del sector es tal que la Federación no descarta acudir a los tribunales. «Ya lo hicieron VOX y la ACE», recuerda Hernández. También reclaman que la aplicación permita introducir la hora de finalización de la cacería, un dato esencial por motivos legales: la responsabilidad de un accidente con fauna cinegética puede extenderse hasta doce horas después de la jornada.

A todo ello se suman los fallos de cobertura y errores de registro. «He estado al teléfono con un cazador y un guarda. No les funcionaba a ninguno de los dos», explica Hernández Bruno. Incluso en el último día de caza de la tórtola, los cazadores no pudieron precintar ni una sola captura por un fallo en la hora de cierre establecida.

Desde la Federación piden a la administración que recapaciten y «compartir ambos sistemas para no dejar a nadie atrás». Reclaman un periodo de convivencia y más diálogo con el sector. «Nos hemos reunido todas las veces que nos han citado», asegura Hernández Bruno, quien advierte por último que «la Federación va a luchar por todos los cazadores, federados o no» para que todo se solucione.

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