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Un cazador sobrevive al ataque de una osa… defendiéndose a puñetazos

Un experimentado cazador y ex boxeador de 61 años logró salir ileso de una pelea con una osa que protegía a su cría utilizando sólo sus manos. Milagrosamente, sólo se llevó de recuerdo unos arañazos en el pecho y la cara.
12/7/2016 | Redacción JyS

Arañazos sufridos por Rick Nelson en la pelea / CBC

Rick Nelson, de 61 años y procedente de Sudbury (Ontario, Canadá), estaba dando un paseo con su perro por el bosque, en los alrededores de su localidad natal localidad, cuando de repente se encontró frente a frente con un osezno. “Me había sentado y vi cómo el animal asomó la cabeza entre unos arbustos. Se encontraba tan cerca que podía tocarlo. En ese momento dejó escapar un gruñido, llamando a la madre, asustado, porque yo me levanté de golpe, también asustado y maldiciendo”, relataba a la cadena canadiense CBC.
Fue entonces fue cuando el experimentado cazador, al escuchar el crujir de ramas, supo que algo muy grande se acercaba a gran velocidad: una hembra de oso negro de unos 135 kilos que, al verle cerca de su cría, se incorporó sobre sus patas traseras en posición de ataque.
“No tenía a mi alcance una piedra o un palo con que ahuyentarla”, narraba a la CBC. Ex boxeador profesional, Nelson comenzó a ‘bailar’ alrededor del animal como un púgil sobre un cuadrilátero, fallando un primer puñetazo pero acertando en su hocico en un segundo intento. La reacción de la enfadada madre no se hizo esperar, propinándole un certero zarpazo en el pecho y la cara.
Arañazos en el pecho de Nelson / CBC

Por el conocimiento que había adquirido de estos animales durante sus cacerías Nelson sabía que la osa cargaría el peso sobre su extremidad trasera izquierda para atacarle con su zarpa derecha. Anticipando sus movimientos, logró esquivarla a tiempo para asestar un gancho que impactó de nuevo en su hocico.

“No son peligrosos”

En ese momento vio que la cría se alejaba y pensó que la madre iría tras ella. “Era el momento de la verdad. ¿Qué haría la osa? ¿La seguiría o se abalanzaría otra vez sobre mí? Entonces se giró y vi que sangraba. Me miró y pensé que todo había acabado para mí… cuando de pronto se volvió y siguió los pasos de su osezno”.
A pesar de su encontronazo, Nelson asegura que “no hay que tener miedo de los osos”: “No son peligrosos, a menos que haya crías de por medio. Probablemente se asusten más ellos de los humanos que nosotros de ellos”, matiza, dando las gracias porque la hembra huyera dejándole marchar.

       
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