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Una peligrosa especie invasora se asienta en Salamanca alimentada por la comida de gatos callejeros y la ley animalista

Imagen del Puente Romano y las catedrales de Salamanca. © Israel Hernández

A los pies del Puente Romano, bajo las siluetas de las catedrales de Salamanca y con el rumor del Tormes de fondo, una escena grabada por Jara y Sedal ha encendido todas las alarmas medioambientales: un visón americano (Neovison vison), uno de los depredadores más dañinos para los ecosistemas fluviales, se alimenta del pienso colocado para gatos callejeros. Lo que podría parecer una simple anécdota revela en realidad un problema mucho más profundo y estructural: la combinación de fauna asilvestrada, alimento constante y legislación proteccionista está favoreciendo la expansión de especies que nunca debieron llegar hasta allí.

No es un hecho aislado ni una aparición puntual. La grabación muestra cómo este mamífero carnívoro, ágil y voraz, accede con total naturalidad a la comida colocada a diario por particulares en la ribera. Lo hace en el mismo enclave donde una colonia de gatos sin control lleva años asentada, generando conflictos y deteriorando el equilibrio ecológico del entorno. Y lo hace porque el sistema se lo permite.

Una amenaza que llegó para quedarse

El visón americano es una especie invasora procedente de Norteamérica, introducida en Europa a través de granjas peleteras. Su irrupción en el medio natural fue consecuencia, en gran parte, de liberaciones masivas protagonizadas por activistas animalistas. Desde entonces, su capacidad de adaptación ha permitido que colonice tramos de río en toda la Península, desplazando a especies autóctonas como la nutria y empujando al borde de la extinción al visón europeo.

Estos depredadores oportunistas se alimentan de aves acuáticas, peces, pequeños mamíferos y anfibios. La disponibilidad de comida en entornos urbanos, como el pienso dejado para gatos callejeros, solo acelera su asentamiento y expansión. Que hayan llegado al casco urbano de Salamanca es un indicador claro de que el problema ya no es solo rural ni fluvial: es también urbano y político.

Gatos sin control y leyes que blindan el problema

El caso del visón es solo la punta del iceberg. La proliferación de colonias de gatos callejeros en entornos urbanos y naturales, amparada por la Ley de Bienestar Animal, ha convertido el problema en estructural. La norma impide la captura y sacrificio de estos felinos asilvestrados y obliga a las administraciones a gestionar su manutención sin posibilidad de reducción efectiva de sus poblaciones.

Los gatos son cazadores natos y su impacto sobre aves, reptiles, roedores e insectos es devastador. Si a ello se suma una fuente diaria de alimento, sus poblaciones aumentan sin freno, creando un entorno ideal para que especies oportunistas como el visón americano encuentren también su hueco.

Visón americano.

Advertencias ignoradas por la ideología

La comunidad científica lleva años advirtiendo de las consecuencias de mantener colonias felinas sin control. El biólogo salmantino Max Benito ha alertado públicamente sobre el impacto de estos gatos en la fauna autóctona. Y no es el único. Más de 900 científicos —entre ellos muchos de la Estación Biológica de Doñana— firmaron en su día una carta abierta en contra del Anteproyecto de Ley de Bienestar Animal.

Los datos son contundentes: según el propio Ministerio para la Transición Ecológica, los gatos asilvestrados son una de las principales causas de mortalidad para especies en peligro como la cerceta pardilla o la focha moruna. Sin embargo, la política ha optado por una protección sentimental, obviando las consecuencias ecológicas. El resultado: especies invasoras como el visón americano campan a sus anchas, mientras la biodiversidad local se desploma.

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