Durante décadas, antes de que la tecnología llegara al monte en forma de cámaras trampa o sensores de movimiento, los cazadores tenían que agudizar el ingenio para saber a qué hora pasaban los jabalíes por un comedero o un paso habitual. Estos animales, de hábitos mayoritariamente nocturnos, no dejaban muchas pistas claras, por lo que conocer la hora exacta de su entrada era clave para preparar las esperas.
Uno de esos inventos caseros, que ahora está prácticamente en desuso, consistía en atar un sedal al compartimento de la pila de un reloj despertador. Cuando el animal tocaba el hilo, la pila se desprendía y el reloj quedaba detenido, marcando con exactitud el momento en que había pasado el jabalí.
El usuario del canal Osseus Caza y Pesca ha rescatado este sistema del olvido y ha publicado un vídeo explicativo paso a paso para mostrar cómo funcionaba.
Un sistema sencillo pero ingenioso
El procedimiento, según explica en su vídeo, comenzaba tensando al máximo la línea que unía el reloj con una piedra situada en el cebadero. «Nada más rozar la línea, esta quita la pila del despertador», señala. Después se preparaba el pequeño cebadero y se esparcía el maíz alrededor para atraer a los jabalíes.
En cuanto el animal comenzaba a comer y movía las piedras, la tensión hacía saltar la pila y el reloj se detenía, registrando la hora exacta. Esa referencia servía para ajustar el momento de las esperas en jornadas posteriores.
Cómo evitar fallos en la detección
El cazador también advierte de un posible fallo: si el jabalí entraba por detrás y empujaba la piedra en dirección contraria, la tensión podía perderse y el mecanismo no se activaba. La solución era sencilla: colocar una piedra más pesada delante o incluso clavar una varilla para impedir que el animal pudiera empujar en sentido opuesto.
Otra opción más profesional consistía en doblar una varilla e integrarla en la línea, asegurando así que cualquier movimiento del animal activara el sistema.
Adaptaciones para otros cebaderos
El autor del vídeo propone incluso variantes para usar el truco con garrafas o tubos cebaderos. «Cogemos un trozo de alambre largo y atamos uno de los extremos al tubo o la garrafa. Colocamos el reloj en un soporte y comprobamos el funcionamiento. Al empujar la garrafa, el jabalí haría saltar la piedra del reloj», explica. Como recomendación final, sugiere dejar un tramo de línea más largo que el radio de movimiento del contenedor, para evitar que los animales puedan golpear directamente el reloj y dañarlo.
Este ingenioso sistema, pese a su utilidad, no estaba exento de fallos. Al emplear relojes diseñados para interiores, era frecuente que se averiaran por efecto de la lluvia, la humedad o las bajas temperaturas. Además, podía activarse por el paso de otro animal distinto al jabalí o generar confusión sobre el momento exacto de la entrada, ya que no siempre era posible saber si la pila había saltado de día o de noche. Todas estas limitaciones han quedado resueltas con las cámaras trampa, que hoy no solo registran fotos o vídeos con la hora exacta, sino que incluso pueden enviar la imagen directamente al teléfono móvil del cazador en tiempo real.
