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Los venenos empleados para acabar con las plagas de topillos afectan a depredadores como la comadreja

Comadreja. © Shutterstock

Los rodenticidas son productos plaguicidas o biocidas que se aplican en la agricultura y en edificaciones como medida de control químico para minimizar los efectos negativos de plagas de roedores. El problema es que, para muchos de estos productos, no se tiene un conocimiento completo de cuáles podrían ser sus repercusiones sobre las especies animales no diana, la comunidad y el ecosistema donde se aplican.

Este es el caso de los rodenticidas anticoagulantes de segunda generación que, como la bromadiolona, han sido utilizados en los campos agrícolas para el control de roedores como el topillo campesino (Microtus arvalis) y que han demostrado ser un peligro para depredadores y carroñeros. Esto es debido a la acción retrasada de estos rodenticidas y su alta persistencia en los tejidos de los roedores y sus depredadores (hasta meses), a la facilidad para que los cadáveres de los roedores intoxicados queden disponibles en el ambiente, y a que se haya facilitado el uso de estos rodenticidas en momentos de altas densidades de roedores, cuando más depredadores atraen.

El caso de la comadreja

Uno de los depredadores especializados en alimentarse de roedores en sistemas agrícolas es la comadreja (Mustela nivalis). Varios estudios en el norte de Europa han mostrado su exposición a los rodenticidas anticoagulantes. Sin embargo, no se conocía suficientemente bien el grado de exposición de este pequeño mustélido en ecosistemas agrarios mediterráneos del sudoeste de Europa, como las llanuras de Tierra de Campos en Castilla y León. Esta importante zona agrícola de España ha estado caracterizada, desde hace algunas décadas, por la aparición de plagas multianuales de topillo campesino y la aplicación de tratamientos con bromadiolona en los campos agrícolas para controlarlos.

La comadreja es un mustélido especializado en alimentarse de pequeños roedores, como los topillos, a los que puede dar caza incluso dentro de sus propias galerías subterráneas, gracias a su diminuto tamaño (Foto: Javier Fernández de Simón).

Un estudio liderado por investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), en colaboración con científicos de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímca de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Universidad de Málaga, Sabiotec y la Universidad Autónoma de Madrid, ha analizado 32 comadrejas recogidas en zonas agrícolas de Castilla y León a lo largo del periodo 2010-2017 con el objetivo de estudiar su exposición a la bromadiolona y a otros rodenticidas anticoagulantes y de evaluar qué factores podían determinar la exposición a estos productos biocidas. Además, se determinaron los isómeros (estructura molecular) de los compuestos presentes en las comadrejas expuestas y en los cebos de bromadiolona facilitados a los agricultores en las campañas de control de topillos.

Los resultados indican que el 22% de las comadrejas analizadas estuvieron expuestas a la bromadiolona, el principio activo usado en cebos de cereal para el control de las plagas de topillos en Castilla y León. Dos de las comadrejas analizadas mostraron concentraciones hepáticas superiores a 0,1 mg/kg, y al menos una de estas dos, con una concentración de 0,297 mg/kg y hemorragias internas, podría considerarse intoxicada por la exposición a la bromadiolona.

Por otra parte, los animales expuestos solo presentaron el isómero trans-bromadiolona, mientras que no se detectó el isómero cis-bromadiolona. Esto contrasta con la composición del cebo de cereal con bromadiolona, que contenía una proporción 65/35% de trans y cis-bromadiolona, lo que sugiere que el isómero cis-bromadiolona no tiende a acumularse en las comadrejas.

Análisis de un ejemplar de comadreja analizado tras ingerir bromadiolona.

Los trabajos llevados a cabo durante las necropsias de las comadrejas incluyeron la recolección de una muestra de hígado y la determinación de información individual, como el sexo, la edad y el tamaño.

Los datos también indican que el año podía afectar tanto a la ocurrencia de exposición como a la concentración de bromadiolona en las comadrejas. Así, en 2012 el 100% de las comadrejas analizadas fue positiva a bromadiolona, dentro de un periodo en el que se facilitaba ampliamente el uso de bromadiolona a los agricultores. Por otra parte, en los años 2017 y 2014 se encontraron las mayores concentraciones de bromadiolona, siendo años con picos poblacionales de topillos dentro del periodo de estudio.

Un problema para los depredadores de roedores

En su conjunto, los resultados de este trabajo muestran que los depredadores especializados en la captura de roedores pueden verse expuestos y eventualmente intoxicarse con los rodenticidas aplicados en control de plagas. Aunque el uso de bromadiolona como producto fitosanitario está prohibido hoy en día en gran parte de Europa, se debe continuar con el seguimiento de la problemática, ya que los brotes poblacionales de topillos se siguen produciendo de manera cíclica. Además, la bromadiolona sigue estando disponible como producto biocida y se podrían usar de manera ilegal para el control de plagas de topillos o de otras especies plaga.

Análisis de un ejemplar de comadreja muerto tras ingerir bromadiolona. © IREC

Resumen gráfico del trabajo de investigación, en el que se muestra la transferencia trófica de la bromadiolona y su isómero trans, la variación espacial de la exposición en individuos positivos en las provincias de Valladolid y Palencia (Castilla y León) y la ocurrencia y concentraciones de bromadiolona en función del tiempo transcurrido desde los últimos tratamientos en las localidades donde se recogieron las comadrejas analizadas (Fotos: Daniel Jareño y Javier Fernández de Simón).

Este trabajo supone una contribución destacada para conocer mejor la exposición de las comadrejas a estos rodenticidas y su potencial impacto sobre su conservación. La incertidumbre existente recomienda tener precaución y usar una gestión adaptativa e integrada dotada de varias herramientas adicionales de control de plagas de topillos, como la gestión y restauración de hábitats, el laboreo de parcelas y el control biológico mediante cajas nido de rapaces.

Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en:

       
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