La escasez de agua es una amenaza creciente para la agricultura mundial, especialmente en zonas áridas de América Latina. En Chile, un país donde la sequía golpea con fuerza desde hace más de una década, un grupo de científicos ha conseguido un avance que podría cambiar el rumbo de la producción agrícola: el trigo Ankén-INIA, una variedad capaz de resistir la falta de agua y las altas temperaturas.
El descubrimiento ha sido posible gracias a un trabajo conjunto entre la Universidad de Talca y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), que llevan más de diez años investigando cómo mejorar la resiliencia de los cultivos frente al cambio climático. El proyecto, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), se enmarca dentro del programa Anillo y ha contado con la colaboración de múltiples expertos en fisiología vegetal y agronomía.
Un avance que puede cambiar la agricultura mundial
El nuevo trigo fue presentado durante la tercera Conferencia Latinoamericana en Fenotipado y Fenómica para el Fitomejoramiento, donde causó gran expectación. Los investigadores explicaron que el Ankén-INIA fue desarrollado mediante técnicas de fenómica, una disciplina que analiza cómo las plantas responden al estrés térmico e hídrico con ayuda de drones, sensores y modelos de inteligencia artificial.
El objetivo es claro: obtener variedades agrícolas capaces de mantener su productividad incluso cuando la lluvia escasea o las temperaturas alcanzan niveles extremos. En regiones como Maule, donde el cultivo de secano es esencial, esta innovación podría evitar pérdidas millonarias y garantizar la subsistencia de cientos de productores.
Tecnología y ciencia al servicio del campo
El proyecto ha permitido identificar plantas con una eficiencia superior en el uso del agua, lo que las convierte en candidatas ideales para zonas afectadas por la denominada “megasequía” chilena. Además, se comprobó que el Ankén-INIA tolera las altas temperaturas, otro de los grandes retos que impone el cambio climático a la agricultura moderna.
Para lograrlo, los investigadores recurrieron a sensores remotos, plataformas digitales y análisis predictivos que permiten anticipar rendimientos y detectar factores ambientales adversos con varios meses de antelación. Gracias a estos avances, los agricultores podrán adaptar sus decisiones a las condiciones reales del terreno.
Una nueva esperanza para los agricultores
Actualmente, el Ankén-INIA se encuentra en fase de multiplicación de semillas y se espera que esté disponible para los productores en 2026. Su introducción podría transformar la producción cerealista en países con déficit hídrico, abriendo el camino hacia una agricultura más sostenible y resiliente.
Este logro no solo refuerza la importancia de la ciencia aplicada al campo, sino que demuestra que la cooperación entre universidades, centros de investigación y el sector productivo puede ofrecer soluciones reales a los desafíos del planeta.
