La borrasca Filomena ha dejado totalmente impracticables miles de hectáreas en nuestro país, un problema que también ha afectado a la fauna silvestre. Un ejemplo más de ello lo ponen las imágenes que mostramos a continuación, en las que se da fe del drama que viven los ciervos en Palencia.
Las fotografías nos las facilita el joven montañero Roberto Calle, que junto a varios amigos rescató el pasado fin de semana en Palencia a una cierva que se encontraba atrapada en la nieve y a punto de morir: «De repente, vimos a un grupo de ciervas que estaban esperando a otra que se había caído en un nevero. Los pobres animales nos estaban casi diciendo que la ayudáramos», comienza explicando el joven, que aunque no es cazador confiesa estar a favor de la actividad cinegética como método de gestión y conservación.
Le dimos pan y hierba y comía como una loca
«Solemos llevar cuerdas por si hay que subir alguna roca, por lo que fuimos a darle un trozo de pan y hierba al animal, algo que se comió como loca. En ese lugar, la nieve nos cubría más de la cintura y el animal ya no tenía fuerza, estaba delgadísima, ya que llevaría algún día más allí. Estaba temblando del frío…», describe Roberto.
Tras ello, la sacaron de ahí con unas cuerdas, se la echaron a las espaldas y la llevaron montaña arriba para ponerla a salvo, ya que no podía ni caminar: «La cogimos a hombros hasta que llegamos a un lugar que ya era bastante llano. Ahí, entendiendo que estaba a salvo, la soltamos de nuevo», sigue describiendo el joven, que reivindica cómo ellos sí son amantes de la naturaleza y no el animalismo radical. «Luego querremos ver a los ciervos en la berrea, pero yo me pregunto ahora dónde están los verdaderos animalistas cuando ves estas imágenes», añade Roberto.
No es un caso aislado: «cientos de ciervos mueren en los neveros»
Roberto asegura que la agónica muerte a la que se enfrentaba esta cierva no es un hecho aislado. Por desgracia, la montaña palentina se está cobrando cientos de vidas de animales tras el paso de Filomena: «Cientos mueren en los neveros tras las grandes nevadas», asegura el montañero.
Los neveros a los que se refiere el protagonista son depresiones del terreno en las que se acumula una enorme cantidad de nieve –más de un metro– creando una falsa sensación de llanura. Los ciervos que caminan por ahí pisan y se hunden en ella, quedando atrapados después de horas de dura caminata sobre la superficie nevada. A su fatiga se une en muchas ocasiones el desfallecimiento provocado por la falta de alimento y el frío.