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Sale de caza por primera vez con su mujer y abate un descomunal corzo en Teruel

Jesús junto al extraordinario corzo. © J.B.

Jesús Ballester Peris, cazador y CEO de la orgánica internacional de caza Group Ibex Zone, ha abatido este espectacular corzo tras una maravillosa tarde de caza junto a su mujer, María José, en el primer día que esta decidía acompañarle.

Jesús cuenta a Jara y Sedal que tras insistirle varias veces a María José para que le acompañase a realizar algún rececho de corzo, ella decidió acudir y pasaron, según describe, «un atardecer para recordar».

Su mujer le indicó dónde se encontraba el extraordinario ejemplar

Sucedió durante una tarde de la última semana de julio cuando acudieron juntos a recechar un corzo en la provincia de Teruel. «Después de caminar disfrutando del monte, a última hora de la tarde, sobre las 21:20 horas, vimos un corzo a lo lejos que se dirigía a una zona de siembra», relata el cazador. Fue entonces cuando Jesús le comentó a su mujer que para realizar una entrada con posibilidades de valorarlo bien y meterlo en el visor, era «recortarle por un atajo para llegar lo antes posible ya que estaba anocheciendo».

Al llegar la pareja a la siembra, observaron a una hembra y dos machos peleándose. Uno de estos dos últimos se juntó con la hembra y se adentraron en el bosque. «¿Dónde estará el otro macho?», se preguntaron. Cuando, de repente María José señaló a su marido con la mano y en voz baja le dijo: «Ahí tienes el corzo».

Un corzo viejo y con un trofeo espectacular

Jesús Ballester junto al corzo de su vida. © J.B.

Jesús cogió los prismáticos y pudo comprobar que, como había presagiado a priori, se trataba de un «buen corzo», y además «bastante viejo». Lo tenían a unos 90 metros, una distancia idónea para realizar un disparo certero. Sin pensárselo dos veces, el cazador puso su rodilla derecha en el suelo y apoyando el codo izquierdo en la otra, para sujetar mejor el rifle, efectuó un disparo perfecto.

Cuando la pareja llegó al lugar donde Jesús había disparado al animal y vieron el descomunal trofeo, Jesús exclamó: «Cariño creo que he cazado el corzo de mi vida».

       
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