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A las puertas de una nueva temporada general

Dos cazadores en mano. © Ángel Vidal.

Por Juan de Dios García Martínez

Desde mediados del mes de septiembre, si el tiempo viene bien de aguas, las sierras, serrijones y también cada vez más los montes y lomas de los llanos abiertos de nuestra provincia comienzan a vibrar con las llamadas ardorosas de los venados. La berrea llega a su recta final y por tanto nos encontramos con el verdadero preludio de una nueva temporada de caza tanto mayor como de menor.

Hemos pasado un periodo de media veda muy similar a la de la temporada anterior, en la que la principal estrella ha sido la paloma torcaz, aunque se han visto muchísimos ejemplares de tórtola común, sobre todo en la zona de la Manchuela, asunto que es esperanzador de cara a una vuelta de su aprovechamiento cinegético de cara a la temporada próxima. La codorniz también ha estado presente, aunque lógicamente en los aledaños de los cultivos de regadío únicamente.

Son días en los que hay señales que nos avisan que el tiempo ha cambiado, atardeceres tempranos y amaneceres frescos junto con los últimos estertores de la vendimia, que nos ha dejado los inconfundibles aromas de una uva prensada, que cada vez se recolecta más temprano y que hace presagiar futuras caminatas por viñas, baldíos y barbechos tras la denominada caza menuda.

Perdiz roja cantando. © JDG

Al igual que la temporada anterior, en cuanto a perdiz se refiere, nos encontramos en mi provincia con una con una temporada totalmente irregular, que sin llegar a ser como la nefasta temporada 2023-2024,  tampoco es como para darse muchas alegrías. Es decir, que nos encontramos con una temporada de perdiz que, allá donde su escaso aprovechamiento sea posible, este deberá hacerse con muchísima mesura, puesto que la cría no ha sido en ningún caso lo buena que se esperaba y el campo está muy mermado de ejemplares. Por todo ello hay que actuar con muchísima prudencia para no malograr el esfuerzo que se hizo la temporada anterior, donde prácticamente no se cazó absolutamente nada. Tanto es así, que me consta hay sociedades de cazadores, donde este año tampoco se permitirá su aprovechamiento.

Las liebres siguen en su línea de estabilización, aunque sus poblaciones no acaban de recuperarse como sería deseable. En cuanto al conejo, todos sabemos que hoy en día su población no corre peligro, aunque es necesario advertir que su densidad también tiene episodios de altibajos: la falta de lluvia hace que la especie no se reproduzca con la normalidad que debería hacerlo, probablemente para bien de agricultores y con cierta preocupación para los cazadores.

En cuanto a caza mayor se refiere, aquí en Albacete y en contra de lo que sucede con la caza menor, que cada vez va a menos, observamos que el aumento de especies de caza mayor, cada vez es más notorio. No hablo ya del jabalí, que viene siendo de lo más común en nuestros cotos, sino que el ciervo, que hace unas décadas sólo se daba en nuestras sierras más agrestes, las de Alcaraz y Segura, cada vez va ocupando más espacios, sobre todo en el Campo de Montiel, La Manchuela y el Corredor de Almansa, en éstas dos últimas comarcas, también junto al gamo y muflón, donde su aumento es notorio. También el corzo está colonizando espacios, aunque la presión de furtivismo que está sufriendo esta especie, quizá no le esté permitiendo asentarse y expandirse todo lo que fuera deseable.

Recreación de una escena con un furtivo. © Israel Hernández

Como ya vengo denunciando ante las diferentes administraciones y autoridades se está imponiendo la ‘moda’ del furtivismo nocturno con la inestimable ayuda de los sistemas de visión térmica y nocturna, practicada por personas desalmadas y que en ningún caso podemos denominar cazadores, sino que tendríamos que tildarlos de delincuentes, que es lo que verdaderamente son.

Entiendo que puede ser complicado, dado la escasez de personal encargado de vigilar el campo, poder llevar a cabo actuaciones para poder atrapar a estos delincuentes y echar sobre ellos todo el peso de la Ley, que no es poco, si se logra cogerlos con las manos en la masa. Yo haría un llamamiento a todos los cazadores honestos y sobre todo a todas aquellas personas que están al cargo de sociedades de cazadores a que denunciaran estas prácticas tan nocivas y que colaboraran con las autoridades para poder erradicar en la medida de lo posible esta lacra que asola nuestros campos, hoy en día con cierta impunidad.

Por si nos faltaba algo, la caza, también es una actividad sujeta a modas y modismos. La caza está viviendo una época en la que estamos saturados de vídeos de ‘caza’, algunos de ellos recogen con más o menos fortuna la realidad de una actividad noble y apasionante, otros, bajo mi punto de vista solo nos muestran la habilidad de unos personajes de los que ahora se denominan ‘influencer’ que se limitan a hacer blanco sobre animales a distancias increíbles y que parece que promocionan éste tipo de actuaciones, es decir, los disparos a distancias límite, casi imposibles, donde se hace difícil distinguir al animal objetivo, a no ser que se disponga de unos materiales ópticos de última generación y de gran calidad.

Particularmente entiendo, como diría Ortega y Gasset, que para que exista la caza, es fundamental que el cazador sepa desarrollar todas sus habilidades para poder llegar a la pieza objeto de caza y ésta instinto pueda tener la oportunidad de defenderse al desarrollar todo su instinto de huida. Es decir, para que exista caza, entiendo debe darse el hecho que los cazadores de verdad deben sentir la emoción del lance. El verdadero cazador debe buscar siempre el abatimiento de la pieza procurándole el menor sufrimiento posible y en situaciones de igualdad razonable.

Entiendo que hay modalidades de caza mayor, donde el disparo necesariamente tiene que realizarse a cierta distancia, personalmente soy partidario de no superar nunca los doscientos cincuenta o trescientos metros en un rececho, en montería esa distancia ni me la planteo, por mucho tiradero que tengamos, porque seguramente lo único que haremos será provocar disparos mal colocados ocasionando sufrimiento innecesario al animal, además de quitar oportunidades a los puestos vecinos. 

¿Qué emoción puede sentirse al disparar sobre un animal a más de quinientos metros, distancia en la cual el animal objetivo ni siquiera ha sido capaz de detectar el peligro y por supuesto no ha podido desarrollar toda su capacidad de defensa?. Personalmente no le encuentro ningún sentido a esto y quien sea partidario de estas prácticas, por supuesto ayudándose de magníficos accesorios ópticos, yo personalmente no le denominaría cazador, sino que será un perfecto francotirador.

En el aspecto administrativo estamos ante otra temporada donde otra vez estaremos saturados de burocracia: solicitudes, comunicaciones, resoluciones, etc. Todo esto debemos simplificarlo al máximo, lo digo por el bien de la administración, que en no pocos casos y ante la falta considerable de dotación personal, se ve incapaz de dar soluciones de manera pronta y eficaz, aunque en algunos casos es justo reconocer el esfuerzo de los funcionarios.

Me consta que desde el sector cinegético se tienen reuniones periódicas con los responsables de la administración. Todos los partidos políticos de la región suscribieron el Pacto por La Caza que ha sido promovido por las entidades más representativas del sector cinegético. Algo se va haciendo, pero el avance a día de hoy es como el de un ciclista circulando por un barbecho labrado a lomo… Es decir, más bien lento. Muy lento.

Particularmente opino que es muy necesario empezar a reformar muchos aspectos de una Ley y Reglamento que se han visto que no funcionan todo lo bien que se pensaba. Y esto ya se advirtió en su día.

Hace unos días el presidente Page cuando salió de la entrevista con el presidente del Gobierno y en referencia al pacto con Bildu, manifestó textualmente: «Yo no llamaría a un pirómano para hacer una ley contra incendios». Algo que para mí es totalmente lógico al igual que para hacer una reforma del Código Penal no se puede contar con ningún delincuente ni pedirle a una persona vegana o vegetariana (que tiene todos mis respetos) que le dé el punto a los torreznos de las migas monteras. Así pues y por la misma regla de tres, yo me pregunto por qué en un Consejo de Caza que es donde hay que debatir asuntos relacionados con la actividad cinegética y/o proceder a cualquier reforma de la Ley o Reglamento de Caza, hay que ponerse en manos de quien la odia.

Particularmente deseo a todos los cazadores mucha prudencia, respeto por el medio natural y, sobre todo, buena caza. Ahí lo dejo.

       
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