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Graban por primera vez a dos linces con un comportamiento muy difícil de observar en la naturaleza en Ciudad Real

La pareja de linces durante el enfrentamiento.

Una escena tan inesperada como salvaje ha sorprendido a una pareja que circulaba en coche por un camino forestal en Castellar de Santiago, en la provincia de Ciudad Real. Junto a ellos, descubrieron a dos linces ibéricos, inmóviles pero tensos, mirándose fijamente en una clara actitud de confrontación. La pareja detuvo el coche sin imaginar que estaban a punto de presenciar una de las escenas más impresionantes que puede ofrecer la fauna salvaje peninsular: una pelea territorial entre dos de los depredadores más emblemáticos de la Península.

Como se puede ver en el vídeo, al principio los linces permanecen en una especie de duelo silencioso, con las orejas erguidas, el lomo tenso y las patas bien plantadas en el suelo. En cuestión de segundos, los felinos rompen ese equilibrio con un primer movimiento seco: uno de ellos se lanza con la cabeza contra la del otro, como si de un ariete se tratara. Le responde el adversario de igual manera, con un cabezazo aún más violento, chocando cráneo contra cráneo en una secuencia de embestidas tan brutales como inesperadas. El sonido seco de los impactos resuena incluso en la grabación.

La mujer baja del coche para grabar la escena más de cerca, sorprendida por el espectáculo y por la total indiferencia de los linces hacia su presencia. Tan absortos están en su batalla que ni siquiera se inmutan ante el ser humano, a escasos metros de ellos. Pero cuando el enfrentamiento escala y los cabezazos dan paso a una agresión con zarpazos, la mujer se ve obligada a retroceder de inmediato y corre de vuelta al interior del vehículo, temerosa de que uno de los linces la ataque.

Un comportamiento natural… pero difícil de documentar

Aunque no es habitual presenciarlo, este tipo de enfrentamientos forma parte del comportamiento natural del lince ibérico (Lynx pardinus). Se trata de un animal extremadamente territorial, especialmente los machos, que defienden con fiereza sus dominios frente a otros individuos de su especie.

Estos choques pueden producirse en cualquier época del año, pero son más frecuentes durante el celo, cuando los machos compiten por las hembras. Las disputas comienzan con señales de advertencia como posturas corporales, gruñidos o movimientos laterales, pero si ninguno de los dos retrocede, se pasa al enfrentamiento físico, que puede incluir empujones, mordiscos, arañazos y, como en este caso, cabezazos de gran violencia.

El hecho de que los animales no reaccionen ante el ser humano también es habitual en este contexto. Durante una pelea de este tipo, la atención del lince está completamente centrada en su oponente, lo que lo vuelve temporalmente insensible a lo que ocurre a su alrededor, salvo que una amenaza directa le obligue a retirarse.

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Linces ibéricos, aliados del ecosistema y del cazador

Además de ser uno de los emblemas de la conservación en la Península, el lince ibérico se ha convertido en los últimos años en un aliado natural de los cazadores en los cotos de caza. Al ser un depredador altamente especializado y territorial, ayuda a mantener el equilibrio del ecosistema expulsando a otros predadores oportunistas como zorros, ginetas o meloncillos, que pueden tener un impacto más negativo sobre las poblaciones de especies cinegéticas.

Como ya hemos contado en anteriores ocasiones en Jara y Sedal, la presencia del lince beneficia la gestión de los cotos, actuando como regulador natural del entorno. Su papel en el medio no solo garantiza la salud de la cadena trófica, sino que además refuerza la biodiversidad y el equilibrio de las especies presentes.

       
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