Las llamas devoran sin piedad una nave agrícola repleta de pacas de paja en Mata de Cuéllar (Segovia). El incendio, registrado en un vídeo compartido por la usuaria @sandrarasta11 en TikTok, muestra una escena de absoluto desastre: toda una pajera techada, similar a una nave industrial, ardiendo por completo mientras un grupo de personas observa impotente el avance del fuego. En el lugar también se aprecia un camión de bomberos, aunque no se distingue si está interviniendo en ese momento, y un tractor parado junto al campo de cereal seco, después de haber realizado un cortafuegos para evitar que el fuego se propagara más allá.
La cosecha de un año reducida a cenizas
El incendio ha reducido a cenizas el fruto del trabajo de todo un año de esfuerzo. Para cualquier agricultor, ver cómo se consume en minutos el alimento que iba destinado al ganado o a la venta supone un golpe moral y económico difícil de asimilar. El vídeo recoge no solo el fuego, sino también la rabia contenida de quienes lo presencian, probablemente conscientes de que poco se puede hacer ya.
A nivel material, la pérdida es doble: por un lado, la estructura de la nave, completamente calcinada; por otro, el valor de la paja almacenada.
Este tipo de siniestros no solo afectan al patrimonio del agricultor, sino que ponen de relieve la fragilidad del entorno rural ante el fuego, especialmente en pleno verano, cuando las altas temperaturas y la sequedad del terreno convierten el campo en un polvorín. Aunque no se conocen todavía las causas del incendio, la escena refleja una realidad que muchos temen: el fuego no avisa, y cuando llega, arrasa con todo.
El tractor detenido junto al campo, tras realizar el cortafuegos, indica que se actuó con rapidez para evitar males mayores. Pero en este caso, ni eso fue suficiente para salvar el almacén. El esfuerzo por proteger el cereal que rodeaba la nave fue útil para contener el avance del fuego, pero el alamacén de la explotación quedó destruido.
@sandrarasta11
Una imagen que duele a todo el campo
El vídeo ha provocado decenas de reacciones en redes, muchas de ellas de agricultores y ganaderos que se sienten identificados con la escena. Porque cuando arde un pajar, no solo se pierde paja: se pierde tiempo, inversión, ilusión y planificación. Quienes han vivido algo similar saben que no se trata solo de reponer material, sino de empezar de nuevo con menos recursos y más incertidumbre.
La escena, desoladora y real, es un recordatorio de lo frágil que puede ser el día a día del campo. Y de cómo, en apenas unos minutos, el trabajo de todo un año puede desaparecer bajo las llamas.