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El número de lobos y osos crece sin parar en Europa y ya triplica las cifras de hace 100 años

Manada de lobos grises europeos. © Shutterstock

En la actualidad, todos los países de la Europa continental cuentan con una presencia permanente de al menos una especie de grandes carnívoros. El constante aumento de individuos de estas cuatro especies –lobo gris, oso pardo, lince euroasiático y glotón– demuestra que, en general, han aprendido a adaptarse, sobrevivir y prosperar en los paisajes multiusos de Europa. En definitiva, un claro éxito de conservación.

Sin embargo, la coexistencia con los grandes carnívoros es un reto en los paisajes europeos, altamente modificados y poblados. El aumento de sus poblaciones suele ir acompañado de un aumento de los conflictos entre humanos y animales salvajes… e incluso entre humanos y humanos. Los conflictos son diversos y van desde los ataques al ganado, la exclusión de la toma de decisiones tras años de gestión exitosa, el impacto en las poblaciones cinegéticas que cuentan con altas densidades de grandes carnívoros hasta la pérdida de valiosos perros de caza. El tipo y la intensidad de los conflictos también varían en función de las especies, los contextos socioeconómicos, los tipos de paisaje y las situaciones políticas.

¿Por qué se considera grandes depredadores?

Hablamos de aquellos animales que no tienen depredadores naturales, siendo el ser humano, en muchas ocasiones, la única especie que puede ‘actuar’ sobre ellos. Así como en África los leones son los reyes y en los mares las orcas, en Europa son un grupo de mamíferos y aves –como las águilas real e imperial en nuestro país– los que están en la cúspide de la pirámide.

En este artículo nos referiremos a tres especies de mamíferos que están presentes en varios países de Europa y que en los últimos años han protagonizado una importante recuperación: lobo, oso y lince. En líneas generales, los grandes depredadores mamíferos en Europa –y otras partes del mundo– han sido perseguidos por sus conflictos con el ser humano, especialmente por los daños a la ganadería. En buena parte de los países del Viejo Continente han sido especies cinegéticas –como en España el oso, el lobo y el lince ibérico–.

Un lobo devora a un ciervo. © Shutterstock

En algunos muy industrializados, como Reino Unido y otros de Centroeuropa, fueron eliminados hace ya siglos, mientras que en otros, con menor densidad de población y bajo grado de industrialización, persistieron aunque en poblaciones reducidas. Según un estudio de Guillaume Chapron, profesor asociado de la Universidad de Ciencias de la Agricultura de Suecia, publicado en 2014 en la revista Science, la recuperación de las poblaciones de grandes mamíferos se viene produciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), dado que en líneas generales los distintos países –incluidos los soviéticos– regularon la gestión y conservación de estas especies evitando su extinción. En la Unión Europa (UE) se firmaron los citados Convenio de Berna para la Conservación de la Vida Silvestre y del Medio Natural de Europa (1970), que promovió la protección de la mayoría de especies de fauna silvestre, y la Directiva Hábitats (1990).

¿Cuál es el estado de conservación de los grandes depredadores?

El estudio de Guillaume Chapron y una posterior actualización realizada en la Unión Europea nos dice lo siguiente: en la Europa continental –excluyendo Rusia y Bielorrusia– se contabilizan en la actualidad entre 8.000 y 9.000 linces euroasiáticos o boreales (7.000 a 8.000 en el territorio de la UE), 17.000 osos pardos (15.000 a 16.000 en la UE) y 17.000 lobos (13.000 a 14.000 en la UE).

En esta estimación no se incluye al lince ibérico –sólo presente en España y Portugal, con más de 1.100 individuos según los últimos cálculos–, y sí se cita al glotón, presente en Noruega, Suecia y Finlandia.

Más de un tercio del territorio de Europa –es decir, 1,5 millones de kilómetros cuadrados– ya cuenta con al menos una especie de gran depredador, siendo lobos y linces los que ocupan un mayor territorio, con alrededor de 800.000 kilómetros cuadrados en cada caso, mientras que los osos pardos superan los 500.000. Para cada especie se establecen regiones en las que pueden estar distribuidos, y cada estado miembro está obligado a evaluar el estado de conservación de cada una de ellas. 

Oso pardo. © Shutterstock

¿Por qué son tan importantes los grandes depredadores?

Sencillamente, porque su dieta está formada por especies como los ungulados, que tienden a ser muy abundantes en ausencia de grandes depredadores o de la caza. Hoy sabemos que cuando en el medio natural tenemos grandes depredadores, los ecosistemas están más equilibrados, como sucede en los cotos de caza que cuentan con linces y grandes rapaces, beneficiando a perdices y conejos por el control que ejercen sobre zorro, meloncillo y rapaces de menor tamaño.

Sin embargo esto no es siempre tan bonito ni tan fácil, porque, como decíamos al principio, el regreso de estas especies de grandes depredadores conlleva también conflictos de, en ocasiones, difícil solución. En Europa el principal problema se encuentra en los daños a la ganadería, daños que en los últimos tiempos se están incrementando sobremanera. Una problemática que no ha dejado de crecer, hasta el punto de que en varios países europeos el mundo ganadero considera que estos animales son la principal amenaza para su subsistencia.

De hecho, países de toda Europa, incluyendo algunos que no forman parte de la UE, se han movilizado para crear plataformas de damnificados, la más importante denominada Unión Europea de Ganaderos, que demanda que se reconsidere el estatus de protección de estas especies. Y el Parlamento Europeo, en noviembre de 2022 y por primera vez, tuvo a bien considerar estas reivindicaciones para apoyar al mundo rural, urgiendo a los estados miembros a tomar medidas para apoyar a los ganaderos y el medio rural a través de la prevención y compensación de los daños. 

Lince europeo. ©Shutterstock

¿Queremos ganaderos o grandes depredadores?

Esta es la pregunta dicotómica que muchos plantean en el contexto actual, en el que la Unión Europea quiere avanzar en su pacto verde… pero en el que hay algo que no cuadra. ¿Cómo promocionar políticas para que haya más agricultores y ganaderos y al mismo tiempo grandes depredadores? ¿No están faltando herramientas para aliviar los conflictos que puedan surgir? Lo cierto es que si esto fuera tan fácil de resolver no estaríamos escribiendo este artículo.

Los conflictos entre el hombre y los grandes depredadores se pierden en la noche de los tiempos, incluso cuando estos depredadores se zampaban a los humanos antes que a las ovejas o las vacas. Sin embargo, no hay que dejar de lado unas realidades que hoy parecen situarse en segundo plano: tenemos ejemplos de coexistencia con estas especies a base de prevención y compensación de daños.

Así, por ejemplo, sucede en ciertas zonas de España en las que lobos, osos y ahora linces han convivido con dificultades pero en las que dicha convivencia ha sido posible. Ni los lobos se extinguen, ni son la causa de todos los males. Pero no hay duda de que cuando hay que intervenir y gestionar es necesario hacerlo. Por desgracia las distintas Administraciones no han seguido este camino… y así estamos tanto en España como en Europa.

¿En qué estado se encuentra Lobo gris (Canis lupus) en la actualidad?

Número de lobos grises en Europa.

El lobo tuvo el área de distribución más extensa en tiempos históricos. Ocupaba todo el continente de América del Norte, Eurasia y Japón. A finales del siglo XVIII seguía presente en todos los países europeos salvo Gran Bretaña e Irlanda. Sin embargo, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se fue exterminado a todos los del centro y norte de Europa en virtud de políticas gubernamentales.

En los últimos 20-30 años la especie se ha recuperado de forma natural en casi toda Europa, con algunas poblaciones que presentan hoy en día tasas de reproducción superiores al 20% (por ejemplo, en Francia y Alemania). Hoy está clasificado como de preocupación menor en la última evaluación de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN), de 2018. Sus amplias poblaciones se extienden por muchas jurisdicciones nacionales y paisajes de usos múltiples.

El resultado es que su conservación y gestión debe considerar tanto sus requisitos ecológicos como las necesidades culturales, económicas y sociales de las personas desde el nivel local hasta el transfronterizo.

¿Cuántos osos pardos (Ursus arctos) hay en Europa?

Número de osos pardos en Europa.

Los osos pardos son carnívoros no territoriales y solitarios con un sistema de apareamiento promiscuo. Originalmente vivían en toda Europa continental, pero desaparecieron de la mayoría de las zonas a medida que crecía la población humana, se perdía el hábitat adecuado debido a la deforestación y la agricultura y la especie era perseguida por el hombre.

En la actualidad, su número total en Europa es de unos 15.000-20.000 (sin incluir Rusia). Aunque existen grandes poblaciones en Europa (por ejemplo, Escandinavia, Carelia, Cárpatos), también persisten varias poblaciones pequeñas y aisladas que están amenazadas por la pérdida de hábitat, la fragmentación y los conflictos con humanos. En las últimas evaluaciones, la UICN considera a la especie de preocupación menor a nivel mundial y europeo.

¿Cuántos linces euroasiáticos (Lynx lynx) hay en la actualidad?

Número de lobos grises en Europa.

El lince euroasiático es un carnívoro principalmente solitario y territorial. Históricamente se encontraba en los bosques del Paleártico, desde Europa ocidental hasta Asia Oriental. Durante los siglos XIX y XX sus poblaciones se extinguieron localmente en varias regiones europeas.

En la actualidad, se considera que posee grandes poblaciones, y generalmente estables, en los Cárpatos, el Báltico y Fennoscandia. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN lo incluye en la categoría de preocupación menor. De 1971 a 2006 se han llevado a cabo 17 proyectos de reintroducción y translocación en Europa occidental y central, como en los Alpes, el bosque bávaro-bohemio y las montañas del Harz, Dinárico, Jura y Vosgos. La principal fuente de reintroducción del lince europeo en el Viejo Continente han sido las poblaciones de los Cárpatos. Hasta la fecha, muchas de estos núcleos están fragmentados y aislados y padecen una baja diversidad genética con un aumento de la endogamia.

       
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