El embalse de Alcollarín, situado en la provincia de Cáceres, era hasta hace pocos meses un referente local tanto para la pesca como para la observación de aves acuáticas. En mayo, sus aguas estaban al máximo nivel: 50 hectómetros cúbicos —equivalentes a 50.000 millones de litros— llenaban la presa, que regulaba el caudal del río Alcollarín y contribuía a mantener un equilibrio ambiental en la zona.
Sin embargo, la situación cambió drásticamente cuando el Ministerio para la Transición Ecológica, a través de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, decidió ejecutar un vaciado total del embalse. El objetivo oficial era erradicar la presencia de Pseudorasbora parva, un pez ciprínido originario de China que llevaba años asentado en sus aguas y que, con el tiempo, había colonizado también el propio río Alcollarín y, desde ahí, el Ruecas y el Guadiana.
Una actuación costosa y cuestionada
Según los vecinos, la operación –que tuvo un coste de más de 700.000 euros–, se llevó a cabo de manera «precipitada» y «sin las medidas necesarias para garantizar su eficacia». Paco Castañares, en un mensaje difundido en sus redes sociales, fue contundente: «El vaciado se ha hecho tan mal que lo único que han conseguido es liberar a cientos de miles de ejemplares hacia aguas abajo, agravando el problema en lugar de resolverlo».
El plan contemplaba instalar redes para capturar a los peces invasores a medida que se reducía el nivel de agua, pero la ejecución falló. En las fases críticas, los dispositivos se vieron desbordados y miles de ejemplares escaparon sin control, expandiéndose a lo largo del cauce del Alcollarín y alcanzando los ríos Ruecas y Guadiana, tal y como se puede apreciar en este vídeo difundido por el propio Castañares.
Del control a la catástrofe
El resultado es un escenario opuesto al que se buscaba: el embalse se encuentra vacío, con un lecho cubierto de peces muertos —no solo de la especie invasora, sino también autóctonos— en proceso de descomposición. El olor, especialmente en días de viento procedente del este o noreste, llega hasta el núcleo urbano de Alcollarín, generando malestar y quejas constantes.
Además, la desaparición repentina del agua ha provocado el abandono del área por parte de numerosas aves acuáticas que habían encontrado en el embalse un hábitat estable. La actividad turística vinculada a su observación, así como la pesca recreativa, han quedado en suspenso, lo que supone un golpe adicional para la economía local.
Vecinos indignados y memoria de agravios
En localidades como Alcollarín, Zorita y otros pueblos cercanos, el clima es de indignación. Muchos recuerdan que ya sufrieron la pérdida de tierras agrícolas con la construcción de la presa, y ahora ven cómo se destruye el uso social y ambiental que se había consolidado en sus aguas. Tal y como afirma Paco Castañares: «A la inundación de sus tierras cuando construyeron el embalse se suma ahora la privación de su derecho a pescar en sus aguas y al creciente turismo de observación de aves acuáticas que se habían asentado de manera permanente en aguas del embalse y que ahora ha desaparecido».
Las reacciones en la comarca no se han hecho esperar y las redes sociales se han llenado de críticas. Muchos vecinos denuncian que el problema de las especies invasoras lleva años sin resolverse por la inacción de la administración, poniendo en jaque a las especies autóctonas. Algunos reclaman que la Junta de Extremadura active programas de repoblación con el apoyo de sus instalaciones, como la piscifactoría regional, pero advierten de que antes hay que erradicar por completo a la Pseudorasbora parva. Otros se preguntan «dónde están los ecologistas» ante lo que consideran un atentado medioambiental, y critican lo que califican de «matar moscas a cañonazos». Hay quien apunta a la falta de responsabilidad política y técnica, cuestionando los estudios de impacto ambiental y lamentando la mortandad de miles de barbos, especie endémica del Guadiana.
También se oyen voces que reclaman cambios legales para permitir la pesca masiva de invasoras como medida de control, endureciendo las sanciones contra quien transporte ejemplares vivos. En todos los casos, el mensaje común es el mismo: indignación por una gestión que, según ellos, ha multiplicado el problema.
@jara_y_sedal Desastre ecológico en Cáceres: el vaciado del embalse de Alcollarín para eliminar una especie invasora termina multiplicando el problema y dejando miles de peces muertos. 🐟💀 #Cáceres #MedioAmbiente #Noticias #Embalse #PecesMuertos #DesastreEcologico #MITECO #Naturaleza #Ecología #Cazaflix #PseudorasboraParva #RíoGuadiana #España ♬ sonido original – Jara y Sedal
Posibles implicaciones legales
Tal y como recuerda Castañares, la Ley de Conservación de la Naturaleza prohíbe expresamente el uso de métodos masivos y no selectivos para la captura o eliminación de fauna silvestre. El caso del embalse de Alcollarín plantea la incógnita de si esta actuación podría vulnerar dicha normativa. «No sé si habrá un método más masivo, menos selectivo y más destructivo que este», ironiza otro usuario, recordando que el daño no se limita a la especie invasora, sino que se ha extendido a todo el ecosistema.
Paco Castañares resume así la sensación general: «Es el ejemplo perfecto de cómo una gestión deficiente puede transformar un problema localizado en una catástrofe ambiental a gran escala».
Por qué es tan peligroso el Pseudorasbora parva
El pez Pseudorasbora parva (pez chino o gobio de boca súpera) es una exótica invasora originaria de Asia detectada en Europa desde 1960 cuya expansión, impulsada sobre todo por introducciones ligadas a la acuicultura, alcanza hoy más de 30 países. Depreda huevos y alevines de peces y consume crustáceos planctónicos, lo que favorece el aumento de fitoplancton y la eutrofización; además, puede portar el patógeno Sphaerothecum destruens, que frena el crecimiento y la reproducción de la ictiofauna autóctona. Por su impacto figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras y en el Reglamento europeo de especies preocupantes para la UE. En España se introdujo por el Ebro hacia 2002 y ya está presente en Cuencas Internas de Cataluña, Delta del Ebro, Manzanares (Tajo), Hozgarganta y Guadiaro (Andalucía) y en la cuenca media del Guadiana.
