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Un joven cazador de 15 años reflexiona en esta magistral carta sobre la desconexión de los jóvenes y el campo

Foto: Shutterstock

Su nombre es Ignacio Gutiérrez Baiget, es madrileño y, con tan solo 15 años, se declara un absoluto «amante de la naturaleza y apasionado de la caza y la pesca». Tanto es el amor por la cinegética de este joven cazador que le ha llevado a escribir una carta dirigida a todos aquellos que lo comparten con él y la ha hecho llegar al equipo de Jara y Sedal.

Concretamente, con sus palabras quiere ponerse en contacto con todos los que, como él, salen «al monte en busca de esa libertad, paz y soledad» que solo así pueden conseguir. Bajo el título ‘Locos‘, Ignacio comienza el texto refiriéndose a esas ajetreadas y estresantes rutinas que, desde hace años, marcan el día a día de nuestras vidas.

Ignacio Gutiérrez Baiget

«Cuánto tiempo, cuánto tiempo sin ser nosotros mismos, sin hacer o dejar de hacer cosas por lo que vayan a pensar los demás, sin respirar aire puro, sin disfrutar de la sencillez, sin disfrutar verdaderamente de planes tan sencillos como ver la puesta de sol con un amigo y nada más, esos planes donde sobran las palabras», empieza expresando.

«Aún quedamos algunos locos que intentamos escapar»

«Vivimos en una sociedad ruidosa, demasiado ruidosa, en la que hemos sustituido el sonido del oleaje chocando contra la costa por el incesante sonido de los coches pasando por las ajetreadas calles. Una sociedad donde hemos sustituido el cantar de los pájaros por el sonido de las notificaciones de nuestros teléfonos móviles».

«Sin embargo», añade, «aún quedamos algunos «locos» que intentamos escapar de esta sociedad tan ajetreada y rutinaria, huyendo de ella y refugiándonos en esos parajes y paisajes que ninguna cámara es capaz de captar con todo su esplendor y que ninguna pantalla, nunca, será capaz de transmitir esas sensaciones que te transmiten cuando tú mismo estás allí. Todavía quedan sitios de este querido país, y de todos los demás, donde no existe ese ajetreo diario. Sitios que aún se conservan salvajes y vírgenes».

Asimismo, hace una alusión más específica al lugar al que él acude para desconectar de todo eso: «Sí, hablo del campo, ese lugar que algunos ni se molestan en conocerlo y, en cambio, otros amamos como si de una madre se tratase. Esos lugares llenos de vida, donde vas sin ningún tipo de certeza de qué vas a encontrar, lo único seguro que encontrarás es paz…».

«La soledad es muy difícil de alcanzar»

Foto: Shutterstock

«¡Qué cantidad de sensaciones nos transmiten! Ese sentimiento de incertidumbre cuando escuchas el romper del monte. ¿Qué será? ¿Un corzo? ¿Un jabalí? ¿Una esquiva y veloz liebre?», expone. «Esa sensación de nerviosismo e intriga cuando estamos yendo a nuestro querido campo, esa intriga por saber qué te vas a encontrar en esa jornada de campo y ese nerviosismo que te invade como a un niño pequeño el día de reyes. Todas estas sensaciones y más son las que solo aquellos «locos» disfrutamos y sabemos explicar».

Lo que transmite a continuación es un debate digno de que dediquemos varios minutos a meditar. «Y es que, si no soy el único, que supongo que no, muchos pensamos que el hombre, como animal que es, está hecho para ser libre. De hecho, el hombre siempre ha tendido a la libertad. Vivimos en unos tiempos de constante prohibición y reglas. ¿Es que todas estas reglas y prohibiciones nos han arrebatado ese afán por encontrar la libertad? ¿Será que el hombre ya no es capaz de convivir con la soledad?».

«Vivimos atados a una excesiva cantidad de cosas. Mismamente, hoy en día necesitamos estar siempre al corriente de todo, nos enteramos al instante de todo lo que ocurre alrededor del mundo. Lamentablemente, ya la soledad es muy difícil de alcanzar por el simple hecho de llevar a todas horas el móvil en el bolsillo y, que algo tan necesario para el hombre como es la soledad sea tan inalcanzable, me parece un nefasto error», sentencia.

¿Nos estamos deshumanizando?

De igual modo, el joven lamenta una situación que, a día de hoy, se vive con mucha habitualidad. «Y esa soledad es la que tantos «locos» buscamos cuando salimos al campo. Esa soledad que te transmite paz, que te permite pensar, reflexionar y despejar la mente de toda esa dopamina que nos llega cada pocos instantes en el ajetreo de la sociedad. Y es por eso que yo, como cazador y amante de la naturaleza, me sorprendo tanto cuando veo que la gente ya no busca esa libertad y que cuando sales al campo a solas a desconectar de todo, pasas a ser la oveja negra del rebaño. Desde tiempo inmemoriales los seres humanos la han buscado».

Para concluir con esta reflexión que no todos pueden presumir de haberse planteado, Ignacio proyecta una última pregunta para que todos profundicemos un poco más en este asunto: «¿Será que nos estamos deshumanizando?».

Su afición por la caza

No es casualidad que Ignacio tenga esa gran pasión por todo lo relacionado con la cinegética. Es algo que le viene de su padre, tal y como él ha contado, pues desde bien pequeño, él le llevaba al campo y han acudido juntos a bastantes batidas.

De manera más concreta, el joven ha confesado que sus modales favoritas son «las batidas de jabalíes del norte. Transmiten una afición a la caza como ninguna». El de Ignacio es el vivo ejemplo de cómo la cinegética es una afición compartida por las familias y puede pasar de padres a hijos.

       
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