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Un cazador escribe un poema dedicado a los afectados por el incendio de Zamora

© Shutterstock

Luis Romero Cid, un cazador natural de Tábara (Zamora), localidad muy cercana a la zona arrasada por el pavoroso incendio que ha sufrido en los últimos días esta provincia, ha escrito un poema que ha enviado a la redacción de Jara y Sedal como homenaje a sus vecinos afectados por las llamas.

Romero se define como «cazador, amante de la naturaleza y de la sierra» que le vio crecer. «Donde me forjé como persona y aprendí de los mayores del lugar todo lo que sé del campo y de la cacería, además de lo importante que es mantener la sierra desbrozada y de que apaga más fuegos un rebaño de cabras que un hidroavión», expone ante este medio.

«Aprendí que la gente de campo no piensa en despachos ni en restaurantes comiendo marisco y destinando presupuestos a asuntos innecesarios», añade, sino «limpiando los arroyos para que en la crecida no se inunde el pueblo, quitando las zarzas en invierno para que en verano no haya desgracias, viendo a un gato cazar ratones y a un jilguero anidar en un manzano…».

El bello poema de este cazador a sus paisanos

Hoy, Romero se lamenta como otros muchos paisanos de la enorme pérdida ecológica y económica sufrida en esta sierra y lo hace de la mejor manera que sabe: en la intimidad que le da la poesía. Este es su homenaje a sus vecinos:

¡Fuego!

Desde Sevilla lloro e intento mojar el suelo…

Pero en el filo de la noche

danzan las lenguas de fuego,

caen por la montaña,

lamiendo los árboles,

dejándolos secos.

¡Lluvia, lluvia!

Gritaba la luna a Dios, viendo enrojecer

el cielo.

Habrá un nuevo día,

pero no habrá pájaros en el cielo,

las mariposas se han ido,

se queda un mundo negro,

escrito en letras rojas carmesí.

¿Sabes cómo me siento?

Ya no hay aroma a pinos,

solo tierra calcinada, solo

rastrojos viejos.

Gritos se oyen en aquel

infierno, se oye el rumor del fuego,

Llantos y lágrimas,

agua y esfuerzo.

Cada hoja me habla de paz suave,

y yo les pregunto:

¿dónde está la paz en las manos de los 

que apagaron el fuego?

¿Dónde está la paz de mis paisanos? 

Sí. 

De ellos…

Lágrimas caen de las hojas

que se han librado de las llamas,

Lloran como yo,

intentando mojar el suelo…

       
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