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Incendios y caza: ¿qué pasa si se quema mi coto?

Perdiz roja en un coto quemado. © Israel Hernández

Este verano, el devastador incendio de Jarilla (Cáceres) ha dejado más de 15.000 hectáreas calcinadas y un perímetro de hasta 155  kilómetros, amenazando valles como el Jerte y Ambroz. Aunque se trata de un desastre ambiental de enormes proporciones, especialistas en incendios y gestión cinegética advierten de que las riendas de la recuperación aún están en manos de la naturaleza.

Antes de entrar en detalle, merece la pena recordar lo que ya decíamos en 2021, cuando contactamos con el experto José Miguel Montoya Oliver, doctor Ingeniero de Montes y profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid y miembro del Comité Científico de la Red de Investigación en Sostenibilidad (Common Ground Research Networks. University of Illinois, Chicago). Él nos explicó entonces cómo responde la fauna al fuego… y lo que sigue siendo hoy plenamente aplicable a este verano calcinado.

Pequeñas liebres huyen despavoridas, algunas rapaces llegan para aprovechar la ocasión y la vegetación brota con fuerza. Todo eso es parte del relato conocido, pero cada incendio –y especialmente uno de estas dimensiones– presenta matices nuevos. Montoya Oliver decía: «Cada incendio es un mundo, cualquier generalización es errónea».

¿Cómo responde la fauna tras el fuego?

La fauna reacciona huidiza y busca refugio en zonas poco afectadas o incluso entre los operarios contra el fuego, como cuenta el experto. Por ejemplo, situaciones trágicamente curiosas: conejos que huían del fuego y optaban por retroceder hacia los humanos; torcaces que volaban hacia zonas ardiendo en un intento desesperado por socorrer a sus crías… todo esto quedó reflejado en testimonios tan impactantes como reales.

Incendio forestal. © Shutterstock

Pese a los daños iniciales, cuando comienzan a brotar verdes nuevos, los animales regresan. Los brotes de la primera semana ya suponen el primer alimento; y entre dos o tres años después, la caza menor suele repuntar gracias a esa vegetación tierna y nutritiva, se reducen parásitos y se regeneran los pastos. La caza mayor también retorna si existen «islas» no quemadas donde los animales puedan refugiarse.

Casos del pasado

Juan José Pérez Redondo, miembro de la Sociedad de Ibahernando, en la provincia de Cáceres, corrobora a Jara y Sedal las palabras de Montoya Oliver. Hace años vio cómo el fuego calcinaba unas 1.500 hectáreas de su coto de caza, en el que que predomina el terreno llano, sin monte, y de secano. Recuerda que tras el incendio «se veían liebres totalmente desorientadas, codornices… y aves rapaces como milanos aprovecharon la ocasión». Lo que hicieron fue no cazar en esa zona hasta que no se recuperó totalmente, algo que tardó solo un año. Afortunadamente la zona contaba con muchas charcas y eso ayudó a que se hidratase el lugar

¿Cuándo se puede volver a cazar?

La normativa varía mucho según la comunidad autónoma. Castilla y León impone cinco años de suspensión automática, aunque puede levantarse si se demuestra compatibilidad con la regeneración; Galicia, tres años; Andalucía, dos; Comunidad Valenciana, uno.

Montoya Oliver ya lo criticaba entonces: «Entendería una veda de uno o dos años para esperar a que la fauna se rehaga… al segundo o tercer año, empezar ya a cazar». No entiende vetos prolongados por sospecha de culpabilidad, cuando no hay pruebas.

¿Qué pueden hacer los cazadores tras un incendio?

La prioridad sigue siendo clara: acercar agua, limpiar fuentes, restaurar albercas, aprovechar madera caída… y ser moderados en el gasto. El aporte de alimento, sobre todo para caza mayor, es útil durante los primeros meses, hasta que el monte ofrece abundancia. La propia naturaleza hace el resto.

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