El jabalí se ha convertido en uno de los grandes retos de gestión de la fauna silvestre en Europa. Su expansión constante, especialmente visible en España en las últimas décadas, ya no se limita a daños agrícolas o conflictos en entornos urbanos. Los efectos empiezan a sentirse con fuerza en espacios naturales protegidos, donde la alteración del suelo amenaza equilibrios ecológicos muy frágiles.
Así lo constata un estudio desarrollado en el sureste de la República Checa, en un entorno forestal catalogado como Monumento Natural y protegido por la red Natura 2000. El trabajo pone cifras concretas a un fenómeno que hasta ahora se intuía, pero que no se había cartografiado con este nivel de detalle.
Entre 2022 y 2023, los investigadores recorrieron 976 hectáreas próximas a la localidad de Hodonín y localizaron 3.899 áreas de hozado. Se trata de zonas donde los jabalíes remueven la capa superficial del terreno en busca de alimento, dejando el suelo desnudo y alterando su estructura natural.
Daños en suelos de alto valor ecológico
El análisis se centró en robledales asentados sobre arenas, un tipo de bosque especialmente sensible. Cada una de las zonas afectadas fue medida con precisión, registrando su superficie, profundidad, vegetación dañada y proximidad a arroyos o puntos de alimentación artificial.
Los resultados muestran un patrón claro. La mayor actividad se concentra cerca de cursos de agua y comederos, mientras que disminuye a medida que aumenta la distancia a estos puntos. Las masas forestales más maduras, dominadas por robles y encinas, son las que sufren un impacto más intenso.
La profundidad media del suelo removido se sitúa entre tres y cuatro centímetros. Puede parecer poco, pero es suficiente para alterar procesos edáficos clave, afectar a la regeneración natural del bosque y aumentar el riesgo de erosión, especialmente en terrenos arenosos.
Los científicos advierten de que, en una sola temporada, la superficie afectada puede acercarse a una de cada diez hectáreas, una cifra que consideran preocupante en espacios protegidos.
Un cambio en el comportamiento del jabalí
El estudio también detecta una variación significativa entre los dos años analizados. Aunque la superficie total perturbada descendió del 10,93% al 7,95%, el impacto por animal aumentó de forma notable.
La explicación está en la alimentación. Tras un año de producción excepcional de bellotas, el segundo ejercicio registró una escasez marcada de este recurso. Ante la falta de su alimento principal, los jabalíes intensificaron la búsqueda de raíces, bulbos e invertebrados, removiendo más suelo por individuo.
No es la primera vez que la ciencia señala al jabalí como un potente agente de perturbación ecológica. Su hozado modifica la estructura física del suelo, acelera los ciclos de nutrientes y facilita la entrada de especies invasoras, con consecuencias difíciles de revertir en ecosistemas frágiles.
Medidas urgentes de gestión
Los autores del trabajo piden una revisión de las estrategias actuales. Proponen ajustar las densidades poblacionales, replantear el uso y la ubicación de los comederos artificiales y, en zonas especialmente sensibles, recurrir a cercados temporales que permitan la regeneración del suelo y la vegetación.
El mensaje es claro. En suelos poco profundos o con pendiente, un daño localizado puede desencadenar procesos de degradación a gran escala. La gestión del jabalí ya no es solo una cuestión de daños agrícolas o seguridad vial, sino un desafío ambiental de primer orden para la conservación de los bosques europeos.
