Tiene 91 años de edad, es cazador desde la adolescencia y el pasado fin de semana acudió junto a su nieto, Alberto Losilla, a una montería en las cercanías de su localidad natal, Almadén (Ciudad Real). Hablar con Horacio Serrano del Barco es hablar con alguien que ha pasado casi un siglo de caza, que tiene un sinfín de anécdotas que compartir y que, sobre todo, se preocupa por transmitir a los más jóvenes los valores que este mundo lleva consigo.
De hecho, ya ha hecho el reparto del bien material más preciado que tiene: sus armas. A cada uno de sus nietos le ha dejado una y su todoterreno para salir al monte también lo ha puesto a nombre de uno de ellos. «Es lo que más me gusta, es lo que me hace feliz y es lo que le voy a dejar en herencia: la afición y mis armas», explica a Jara y Sedal.
Un lance para el recuerdo a los 91 años de edad
El pasado fin de semana, Horacio protagonizó un lance para el recuerdo. Vivió una jornada de montería junto a su nieto y pudo abatir, tal y como quedó registrado en vídeo, un jabalí con su escopeta Sarasqueta. Su nieto había tenido la oportunidad de abatir dos jabalíes anteriormente y, tal y como muestra la grabación, Horacio cazó uno más de un disparo increíble.
Recuperar la caza social en ciertas monterías, la gran asignatura pendiente del sector según Horacio
Recuperar la caza social en ciertas monterías que tienen un elevado precio para poder difundir los valores cinegéticos entre los jóvenes es, según defiende Horacio, la gran asignatura pendiente del sector. «Hay monterías, por supuesto, pero con unos precios por las nubes. El otro día miré en un lugar en el que yo había cazado hace años y valía ahora 1.800 euros el puesto. Increíble…», confiesa el veterano cazador.
«Recuerdo que en los años 50 cada amigo tenía un perro en su casa, nos juntábamos y salíamos a cazar y luego hacíamos una comida. Aquello resultaba eficaz y además nos divertíamos», pone en valor Horacio.
Una amplia trayectoria en gran parte del país
«No hay finca mala ni buena que no la haya recorrido», confiesa este veterano cazador. «Tengo recorrida casi toda España, porque cuando daban los permisos de ICONA, el Instituto para la Conservación de la Naturaleza, los solicitaba, y por suerte he estado en Gredos, en Cazorla, en la Serranía de Cuenca, en Tortosa…», relata.
La anécdota más graciosa: la curiosa forma de marcar a un venado para que no se lo quitaran…
La anécdota más graciosa de la vida de Horacio la vivió en una montería celebrada en las cercanías de la localidad ciudadrealeña de Puebla de Don Rodrigo, en la que cortó el testículo al venado que había abatido para saber que era suyo en la junta de carnes.
«Al lado de mi puesto se puso un señor. Entró un buen venado y lo abatí. Como yo estaba ya experimentado, hasta que no llegase a la junta de carnes no le podíamos cortar la cabeza, y yo para que no me quitaran el venado, le corté un testículo. Al llegar a la junta de carnes, el mío era el que sobresalía sobre los demás, y este señor se lo quería quedar, y yo dije al capitán que si le faltaba un testículo… y efectivamente. Era el mío», narra entre risas el cazador.
Un rifle roto en una montería exitosa: «Yo no sabía ya qué hacer»
Otra de las anécdotas graciosas que ha vivido Horacio fue la de un rifle que se le rompió durante una montería en la localidad de Fuencaliente, también en la provincia de Ciudad Real: «Llevaba un rifle Remington semiautomático, se me encasquilló y me pasé toda la montería nada más que contemplando cómo pasaban animales a unos y a otros. Y yo dándole con la bota y ni con esas lo logré arreglar…», dice entre risas sobre un día que no olvidará jamás.
En otra ocasión olvidó que tenía colocado el colimador el la punta del cañón y, al ir a ponerlo a tiro, el cañón reventó.
El consejo de Horacio para los jóvenes cazadores
El gran consejo de Horacio para los jóvenes cazadores no podía ser otro que la seguridad: «Les pido tranquilidad a la hora de coger el arma, que no se le levanten los nervios y que respeten las normas», concluye.