El invierno pasado, un hombre de Oregón (Estados Unidos) se convirtió en protagonista de un insólito y preocupante episodio sanitario: contrajo peste de su propio gato, fallecido poco después. El caso, confirmado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), ha despertado el interés de epidemiólogos y veterinarios por ser el más temprano registrado en la temporada, lo que sugiere un posible cambio en los patrones de transmisión de esta zoonosis letal.
Todo comenzó a mediados de enero de 2024, cuando el gato del afectado, un ejemplar de dos años, empezó a mostrar síntomas preocupantes: un absceso en el cuello, vómitos y decaimiento general. Aunque recibió tratamiento veterinario y fue sometido a una intervención para drenar la infección, el animal empeoró rápidamente. En paralelo, su dueño —un hombre de 73 años— se cortó accidentalmente con un cuchillo de cocina. A los pocos días, desarrolló una úlcera dolorosa en la muñeca derecha que progresó hasta convertirse en una grave infección con inflamación de ganglios.
Confirmación médica y diagnóstico
Preocupado por el avance de los síntomas, el hombre acudió al hospital el 30 de enero. Allí ingresó con fiebre, inflamación y una herida infectada. Los médicos iniciaron tratamiento antibiótico por vía intravenosa, y los análisis confirmaron la presencia de Yersinia pestis, la bacteria responsable de la peste.
Fue entonces cuando las autoridades sanitarias activaron el protocolo. El Laboratorio de Salud Pública del Estado de Washington validó el diagnóstico mediante PCR y técnicas bacteriológicas. Tras un ajuste en el tratamiento con antibióticos más específicos, el paciente mostró una clara mejoría y fue dado de alta el 7 de febrero.
«En su cita de seguimiento del 15 de febrero, parecía haberse recuperado por completo, con solo una leve fatiga residual», afirman los autores del estudio de la Autoridad de Salud de Oregón (OHA) y los Servicios de Salud del Condado de Deschutes.
El gato murió sin recibir el tratamiento
Lamentablemente, el gato falleció el 31 de enero, tras no haber recibido correctamente los antibióticos recetados. Los CDC confirmaron que el animal también estaba infectado con Y. pestis, lo que confirmó la vía de transmisión directa al ser humano.
La peste se transmite habitualmente mediante pulgas que parasitan a roedores, pero también puede saltar de animales domésticos a humanos por contacto con fluidos o heridas abiertas, como ocurrió en este caso.
Cambios estacionales y alerta veterinaria
Según los datos históricos, el caso más temprano de peste humana en Oregón hasta ahora había sido en mayo de 1934. La mayoría se concentraban entre junio y noviembre. Este nuevo caso en pleno invierno, según los autores del estudio, podría deberse a temperaturas inusualmente suaves en el Valle Central de California y el Noroeste del Pacífico, que permitirían a las pulgas mantenerse activas fuera de su temporada habitual.
«El efecto de los factores ambientales, incluido el clima, en la transmisión de la peste sigue siendo un área de investigación activa», explican los investigadores.
Además, subrayan la importancia del tratamiento antiparasitario regular de las mascotas para prevenir contagios. «El tratamiento regular de las mascotas y su entorno contra las pulgas podría reducir el riesgo de infección por patógenos transmitidos por pulgas», concluyen. También insisten en que el personal veterinario debe tener en cuenta la peste como posible diagnóstico en animales con infecciones severas, ya que su omisión en este caso impidió alertar al dueño y tomar precauciones que habrían podido evitar el contagio.
